Por Mauricio de Miranda ()
Cali.- Hoy Granma, el órgano oficial del Partido Comunista de Cuba (PCC) publica en su versión digital (asumo que también en la de papel) que «En Cuba el socialismo es irrevocable» y su autor hace un ejercicio de imaginación sobre el supuesto disgusto que le produjo en su amanecer al entonces presidente estadounidense George W. Bush Jr, enterarse de que 8.198.237 de cubanos firmaron una solicitud a la Asamblea Nacional en 2002 para convertir la irreversibilidad del socialismo en precepto constitucional.
El autor asume que eso disgustó a Bush, pero también podría suponerse que el entonces inquilino de la Casa Blanca (sí porque allí son inquilinos, no propietarios) ni siquiera se detuvo a considerar lo que ocurría en nuestra isla (¿es realmente nuestra?, si las cosas siguen como van cada día lo será menos).
A lo que voy. Quienes proclaman que en Cuba el socialismo es irreversible parecen no darse cuenta del absurdo que eso significa, incluso filosóficamente hablando. No me imagino a unos marxistas insistiendo en la inmutabilidad de fenómeno alguno, en este caso social. ¿Alguna vez comprendieron las leyes de la dialéctica? Definitivamente, NO.
Pero además, más allá de la cuestión filosófica, porque es clarísimo que el marxismo post-Marx se ha dogmatizado y fosilizado hasta su vulgarización, está la cuestión generacional. ¿A quién en su sano juicio se le puede ocurrir que una generación puede tener la capacidad de imponerle a las siguientes su concepción del mundo o forma de organización social? Han pasado 22 años de esas firmas que -curiosamente- no fue un referéndum, sino una recogida de firmas que señalaba claramente de una forma negativa a quienes se negaran a firmar. ¿Quiere decir que los cubanos nacidos después de esa fecha no tienen nada que decir respecto a la organización social que desean para sí mismos?Finalmente, y esto no es lo menos importante, ¿de qué socialismo estamos hablando? ¿De qué socialismo puede hablarse si no se realiza la propiedad social de los medios de producción? ¿De qué socialismo puede hablarse si los supuestos propietarios colectivos de esos medios de producción no tienen la capacidad de ejercer control y supervisión respecto a su supuesta propiedad, si son convidados de piedra respecto a las decisiones que se toman con «su» propiedad? ¿De qué socialismo puede hablarse si cada día la sociedad vive peor?
Quienes propalan la idea de la irreversibilidad del socialismo en Cuba, como si fuera un lugar excepcional en el mundo, son precisamente quienes están contribuyendo a que esa palabra sea identificada -como ha ocurrido con el «socialismo realmente existente»- con empobrecimiento, retroceso, opresión, falta de libertades, burocracia, ineptitud y por tanto sea rechazado por las jóvenes generaciones. Esto no tiene nada que ver con la «asociación libre de productores» de las que hablaban Marx y Engels.
Por cierto, nada es irrevocable. La historia es prueba de ello. Amanecerá y veremos.
