Por Esteban Fernández Roig
Miami.- Primero lo escuché en mi radiecito haciendo pareja con Jesús Alvariño. Después pasé a disfrutarlo plenamente en mi Zenith de 17 pulgadas.
Cuando hablo de nuestros comediantes siempre pongo de ejemplos a mis favoritos: a Leopoldo Fernández “Trespatines” y a Guillermo Álvarez Guedes.
Sin embargo, había un hombre que en mi gusto me hizo reír igual -y hasta más- que ellos y se llamó LUIS ECHEGOYEN. ¡El gran Luis era sensacional!
“Mamacusa Alambrito la del alma grande y el cuerpo flaquito” cooperó extraordinariamente a hacer feliz mi infancia.
Y no solamente “Mamacusa” porque -rompiéndome la cabeza- no recuerdo otro cubano que haya creado tantos personajes comiquísimos como él lo hizo.
Créanme que “Arbogasto Pomarrosa” me sacó montones de carcajadas. Inclusive yo era de los pocos que me gustaba más “Arbogasto” que “Mamacusa”.
Y me sirvió para contrarrestar cualquier burla de mi hermano porque como desde niñito usaba espejuelos, le decía: “Cállate Arbogasto” y terminábamos riéndonos.
Desde los miércoles me desesperaba esperando la aparición de “Tino Dentino” en “Jueves de Partagás” y estuve siete de mis 17 años en Cuba disfrutando a plenitud de Luis Echegoyen.
La menos que vi fue a “Cuquita Sabrosura”, pero no quiero menospreciarla porque sé que hizo las delicias de los boricuas en Puerto Rico.
Gloria eterna, porque gloria eterna merece, Luis Echegoyen.
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