Por Leandro Pupo Garcés ()
Holguín.- Cuando los Vikingos invadieron Francia en el 845, derrotaron con facilidad a todas las tropas que les envió el Rey Luis. Como el ejército del Rey tenía una ventaja de 10 a 1, entre los Francos corrió el mito que los Vikingos no conocían el miedo.
-Claro que conocemos el miedo -dijo Ragnar-, solo que no lo fomentamos. El miedo lleva a la servidumbre, la obediencia y la esclavitud, que es un destino mucho peor que morir en batalla. Nosotros no adoramos a un jefe, es uno más, elegido momentáneamente, discutimos todo en asambleas, y nuestras mujeres son libres.
Hace seis mil años los manipuladores descubrieron que el miedo servía para esclavizar a las personas, y comenzaron a fomentarlo. Ni siquiera debía ser un miedo a algo tangible, es más, mejor que no lo fuese.
Tanto servía el miedo a un demonio, a un dios vengativo o a un universo perverso.
El miedo hizo que 150 mil egipcios agotaran sus vidas arrastrando piedras de 12 toneladas por el Sahara, para construir la Gran Pirámide. ¿Quién se lo ordenaba? Un Faraón, sus ministros y dos arquitectos. No más de 14 personas.
El miedo hizo que padres entregaran a sus hijas para ser quemadas por brujas, o a sus hijos para ser sacrificados en un altar, o en las trincheras de Verdún.
A veces hubo gente que no se sometió, en el año 1.000 un grupo de jovenes de la Isla de Bora Bora se cansó de los sacrificios humanos que habían convertido el paraiso en un infierno. Si no les gusta, váyanse, desadaptados, les dijeron riendo. ¿A donde iban a ir?
Pues cargaron un barco con comida y animales y se hicieron a la mar. Los van a matar las tormentas, los tiburones, la sed, les gritaron. Navegaron 22 días sin saber adonde iban, hasta encontrar unas islas deshabitadas a las que llamaron Hawaii.
Antes de bajar se prometieron que nunca más habría sacrificios, que si alguien quería honrar un dios, que lo hiciera con flores.