Por Anette Espinosa
La Habana.- Las sanciones al team médico del hospital Carlos Manuel de Céspedes de Bayamo, por supuesta negligencia médica, puede actuar como un boomerang contra el gobierno cubano, que podría enfrentar la baja masiva del sistema de salud de cientos de galenos, que ya se están organizando en un grupo de Whatsapp, sobre todo en la parte oriental del país.
Las sanciones impuestas a los implicados en la muerte de un paciente, por falta de insumos y no por mala praxis, como pretende hacer ver el gobierno con las penas impuestas a los que estuvieron en el quirófano en el momento en que la persona murió, terminó por convertir las redes sociales en un lugar de reclamo total en defensa de los profesionales de la salud.
En el Carlos Manuel de Céspedes, como han revelado médicos del lugar en publicaciones en Facebook, no había con qué enfrentar el procedimiento quirúrgico, y el equipo médico actuó como podía, con tal de no abandonar al paciente en ningún momento, pero consciente de que podía salir mal, porque no contaban ni con los insumos ni con el instrumental necesario. Y de estas cosas, los que vivimos en Cuba estamos claros. En la llamada potencia médica no hay nada en los hospitales.
El hospital de Bayamo no es la Clínica Internacional Cira García, ni el Instituto de Investigaciones Médico Quirúrgicas (Cimeq), donde se atienden los Castro y los dirigentes, y donde no falta nada. En estos lugares hay todo lo necesario para enfrentar un tratamiento, incluso una cirugía, con instrumental e insumos de última generación, pero no sucede igual cuando se trata de otros centros hospitalarios.
Los pacientes se quejan, en ocasiones, cuando le piden los materiales para una cesárea, el kit necesario para una operación oftalmológica, o todo lo que hace falta para operar de una hernia y colocar después una malla, pero sucede que los médicos no tienen otras opciones. No tienen bisturí, ni hilos de sutura, ni apósitos, ni antibióticos con los cuales garantizar el éxito de lo que van a hacer. Y aún así, le piden a los pacientes y se arriesgan, sin embargo, con lo de Bayamo se desbordó la copa.
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Lo ocurrido en Bayamo con las sanciones dejó claro que el sistema de salud no es una prioridad. O mejor, no somos unas prioridad los cubanos de a pie, los que tenemos que atendernos en esos lugares que no son ni el Cimeq ni la Clínica Cira García. Y le dejó claro a los médicos que si hacen unas de esas locuras tan habituales en Cuba y sale bien, saldrán diciendo luego que los profesionales formados por la revolución son unos héroes y no sé cuántas cosas más, pero si se equivocan y alguien muere, ya saben que los meterán presos, porque entonces la revolución no se hará responsable.
Ahora, con esto del grupo de Whatsapp y la posible baja masiva de los médicos, sobre todo en la zona oriental del país, el gobierno tendrá un problema, porque si yo fuera trabajador de la salud también lo haría. Me sumaba a las bajas, porque desde el momento en que estás en un hospital tienes la obligación de atender a los pacientes y hacer todo porque sobrevivan, pero sin medios no puedes.
No puedes intentar soldar una fractura sin yeso, o tapar una herida con scocht o papel precinta, ni coser una herida con hilo de gomera o de empinar papalotes, y esa es la opción que está dejando el gobierno a los que trabajan en el sistema de salud.
En los últimos años, sobre todo cuando la pandemia del coronavirus, muchas personas murieron en Cuba por falta de atención, sobre todo de los insumos necesarios y de la atención requerida. Por no haber, no había ni oxígeno para tratar a los pacientes, pero, fiel a su discurso habitual, el gobierno desvió la atención y consideró que su gestión, en lugar de un fracaso, se convirtiera en un éxito. Eso se lo puede tragar el que sobrevivió, pero no los familiares de los muertos, que fueron muchos.
Cuba, contrario a las lecturas gubernamentales, no detuvo la enfermedad por la eficacia de sus dudosas vacunas, sino por el propio contagio. Las personas se inmunizaron con el propio covid y eso convirtió a la población en inmune, pero los dirigentes y los medios gritaron al mundo la supuesta eficiencia de unos fármacos en los que nadie cree, solo algunos de esos de fe ciega en el castrismo.
Me dolería mucho que los médicos cubanos renunciaran a sus funciones, pero están en todo su derecho. Y si quieren que las condiciones mejoren para realizar su trabajo con algunas condiciones, renunciar e irse a sus casas es la mejor de las opciones. A los incapaces que dirigen al país hay que ponerlos contra la pared y los médicos pueden conseguir lo que no ha conseguido nadie en 65 años: hacer tambalear al castrismo para que terminen de abandonar el poder de una vez.
Ojalá la iniciativa de los galenos del oriente prospere, gane adeptos y los hospitales y policlínicos se queden sin médicos, para ver qué van a hacer los que dirigen.