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Por Jorge Sotero
La Habana.- Un cubano puede hablar mal de sus padres, de sus hijos, de cualquiera de la familia y hasta de sus vecinos. Lo puede gritar a voz en cuello, pero hay algo que no se puede tocar ni con el pétalo de una flor y mucho menos vituperearlo: el gobierno y sus instituciones armadas, entre algunas otras cosas.
Tampoco se puede rajar del líder muerto, ni del hermano nonagenario. Si lo haces y te chivatean, puedes ir a parar a prisión. Puedes burlarte y reírte, aunque no en público, del actual presidente, porque hasta los más cercanos lo hacen. Eso sí, cuando no están cerca sus aduladores, que no son pocos.
En las redes sociales tienes que tener cuidado. Puedes decir que el médico es malo, pero no que el hospital se cae a pedazos. Que la maestra es pésima, pero no que las escuelas no tienen pupitres, ni baños, y mucho menos libros. Puedes decir lo que quieras del presidente de cualquier país, pero no del jefe de sector: ese es infalible, tanto como un apóstol.
Si lo apuntas, al momento te abren un expediente y te mandan a la cárcel, bajo cualquiera de esas figuras delictivas que ellos mismos se han creado para encarcelar a todo el que está en desacuerdo con las políticas gubernamentales.
El gobierno cubano cuida a la policía cual si fuera el sumun de la honradez, como si todos sus agentes -sin excepciones- tuvieran una hoja de servicio impecable, como si la mayoría no fueran unos corruptos, que se venden por un pedazo de carne, unas viandas, un poco de cualquier tipo de licor, y, sobre todo, por dinero. No importa que exista una sección llamada Control Interno para evitar los sobornos, porque hasta esos son sobornables, en una cadena que no tiene para cuándo acabar.
https://www.facebook.com/leo.pgarces/videos/1367717477419451
Para ponerles un ejemplo, el Tribunal Municipal Popular de Banes, Holguín, le pidió cuatro años de cárcel a Leandro Pupo Garcés por un post en Facebook contra el Ministerio del Interior, porque, según la acusación, «afectó la moral y el prestigio del Minint», mediante una publicación que vieron los de la Seguridad del Estado, esa horda de vagos que el gobierno ha puesto para controlar y perseguir a las personas de cualquier tipo, pero más a las de bien, a las que piensan por sí mismas.
Pupo está imputado por «difamación de las instituciones y organizaciones, y de los héroes y mártires, según el artículo 20, apartados 1 y 2 inciso a, del Código Penal».
“La sanción que deberá imponerse al imputado es la de CUATRO AÑOS de Privación de Libertad subsidiados por igual período de Trabajo Correccional con Internamiento, con la accesoria prevista en el artículo 42 apartado 1, inciso a) del Código Penal, relativa a la privación de derecho al sufragio activo y pasivo por igual término de la sanción principal y la prevista en el artículo 59.1 relativa a la Prohibición de Salida del Territorio Nacional”, dice el fiscal municipal de Banes en el documento emitido el 28 de junio de 2023, según una publicación en redes sociales.
Pupo solo dijo que «Échenle un vistazo a las ofertas del Ministerio del Interior para los jóvenes. El pueblo necesita libertad y la dictadura lo que le ofrece a los jóvenes, son estos cursos para convertirlos en chivatos, en esbirros para seguir reprimiendo y esclavizando a los cubanos”.
También: “¿Qué podemos hacer para salir de la crisis? ¿Darle libertad económica al pueblo para abrir sus negocios y comerciar sin las restricciones que les imponemos siempre? ¡Qué tontería! Mejor les ofrecemos estos cursos revolucionarios para reclutar a miles de jóvenes, para que crezca nuestro ejército y obligar al resto del pueblo a morir en silencio. ¿Alguien sabe algo sobre esta porquería?”.
Con eso fue suficiente. El muchacho hirió la sensibilidad de los gobernantes al expresarse así del «honroso» puesto de policía, que es lo único que tiene el gobierno que ofrecerle a los jóvenes.
Pupo disertó sobre su vida, sobre lo que hace, y desmiente versiones policiales, entre las cuales aquello de que «incito a las personas a manifestarse», y recuerda que su máxima es que cada cual haga lo que quiera, al tiempo que recuerda que salió el 11 de julio de 2021 a manifestarse, pero lo hizo solo y pacíficamente: «Nadie que me conozca, ya sea en mi barrio, mi pueblo o cualquier parte, dirá algo de mí de lo que deba sentir vergüenza”.
El joven holguinero insiste, eso sí, que «el silencio no nos salva de las injusticias que se cometen en Cuba. No estamos a salvo en este país, en el que no se respetan los derechos de nuestro pueblo… Me duele porque vivo solo con mi hijo, además de sentirme como lo que soy: inocente. Pero no será nada más allá de lo que decida Dios que sea. Además, el miedo no es una opción para mí; no me gusta, ni puedo huir de lo que me amenaza, no me dejaría dormir tranquilo”.
Por último, lanza un mensaje demoledor a sus verdugos: “Como dije alguna vez: ‘La presión en mi causa un efecto contrario al esperado en otros. No soy un pulpo o un bistec que con golpes y presión se ablanda’. ¡Déjennos vivir en paz y no jodan más!”
Pupo está condenado. Pasará mucho tiempo en la prisión. Tal vez más de los cuatro años que le pidió la Fiscalía. No ha matado a nadie, no le ha pegado fuego a nada -como es costumbre en la Cuba de hoy- pero ha dicho lo que piensa del Minint, de esa horda de criminales y chivatos que somete al pueblo de Cuba, y ese es el peor de los delitos.