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Por Esteban Fernández Roig Jr.
Miami.- No levantaba dos pies del suelo. En mi casa, en la saleta, encendí el radio a las 12 del dia, me gustó lo que escuché, quedé prendado y decidí admirar a unos personajes ficticios llamados Rodolfo, Miguelón y Machito. Y la admiración ha sido eterna.
No había un solo animal en el planeta que en mi mente infantil se pudiera comparar con sus caballos: Azabache, Tormenta y Centella… Todavía en mi cerebro los escucho galopar.
Inicialmente eran cuatro hermanos, pacíficos agricultores, hasta que el malvado juez Alvareda asesinó a Luis, el mayor. Y de ahí en lo adelante sentí un profundo desdén contra sus enemigos Sakiri el Malayo, el indio Karinoa, Emilio Capetillo, El Látigo Negro… Y odié a las hormigas tambochas.
Por muy buenos que fueran mis amigos de la infancia: Milton Sori, Manolo Amich, José Ángel Goiriena, Tony Marín, Alberto y Emilio Garcés, José Raúl Montes, no se podían comparar con los amigos de Los Tres Villalobos: El viejito Tobías, el Gago Quiñones y el Indito Ciervo Ligero.
Ustedes saben que adoro al Valle de Güines, sin embargo, a los ocho años no existía un valle más precioso que el del “Ayatimbo” donde nacieron mis admirados cowboys. Sin jamás saber en qué país vivían.
Sentía que eran mis contemporáneos porque ellos surgieron en septiembre del año 1943 y yo en septiembre del 44. Ellos en RHC Cadena Azul (después se pasaron para CMQ Radio) y yo en la Villa de Maravillas.
Mi majomia con ellos fue tan intensa que cuando tenía cinco años hice reír mucho a mi padre cuando absurdamente le dije: “Papi, deseo cambiarme legalmente el nombre, quiero llamarme Miguelón”.
El viejo, muy risueño, me respondió: “No, no voy a cambiarte el nombre, pero voy a Santiago de las Vegas, a hablar con el padre de Alvariño para que interceda con Rolando Leiva y te preste el caballo Tormenta y que este te lleve al colegio todos los días”.
Gloria Eterna al autor Armando Couto, y a los tres compatriotas que hicieron muy feliz mi niñez y las suyas: Jesús Alvariño, Rolando Leiva y Ernesto Galindo.