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Por Eduardo González Rodríguez ()
Santa Clara.- Olvidé decirles que, en mi caso, el virus no comenzó con la fiebre. Y creo que es importante hablar de eso. Casi una semana antes sentí que en mi organismo algo no funcionaba bien. Me daban mareos, en cualquier momento de la marcha me iba de lado (vaya, como si fueran esos pasitos que por momento se salen del camino cuando uno se toma unos tragos) y la presión arterial se me subió hasta las nubes. Estaba agotado, sobre todo por las tardes, y tuve problemas de concentración cuando quería escribir. Así estuve unos cinco días, hasta que apareció la fiebre.
Después de que se inflamaron los ganglios detrás de las orejas y en el cuello, les dije que se me habían aliviado los dolores de las manos y las rodillas, ¿se acuerdan? Bueno, en la medida en que se desinflaman lentamente los ganglios, me vuelven a doler (no tanto como al principio) las rodillas y los dedos de las manos. Pero lo verdaderamente incómodo es la picazón en todo el cuerpo. Hoy, para aliviarme, tuve que tomarme un antihistamínico.
Otra vez estoy perdiendo la piel de las orejas, de la cabeza, de la frente y de la cara. Es algo que no se ve a simple vista, pero que se siente al tacto y se ve de cerca. Dice mi esposa que parezco a un lagarto cuando muda la piel.
Desde ayer me siento cansado y tengo sueño. No tengo la misma fuerza de siempre. Por ejemplo, la silla de la computadora que constantemente muevo de un lado para otro, ahora me parece que está anclada al piso.
Y hablo de todas estas cosas porque me parece importante que todos sepamos que nuestro organismo está echando una pelea con una amplia desventaja frente al virus. La realidad es que no nos enfermamos cuando nos pica un mosquito infectado. Ya estábamos enfermos desde antes.
Cualquiera de nosotros sabe identificar cuándo un ser humano no está bien alimentado. Así que, también, cualquiera sabe que la alimentación es la primera muralla con la que cuenta nuestro sistema inmunológico para combatir, desde el menos agresivo de los virus, hasta los que pueden comprometer la vida humana. No basta la fumigación, vestir colores claros, mantenerse hidratados y hablar de reposo, cuando existe por años un mal de salud fuertemente arraigado en nuestra población: estamos mal comidos.
Otro índice de salud que puede agravarse con la picada de un mosquito es el estrés sostenido. ¿Somos o no somos una población con elevadísimos niveles de estrés? Y el estrés, a veces, no se origina en el «qué no tengo» cotidiano, sino en el «por qué no lo tengo» o en el «¿lo podré tener algún día?». Cuando existen insatisfacciones de todo tipo y no hay vías inmediatas y objetivas (ahora mismo no las hay) para alcanzar sueños tan simples como una alimentación estable, estamos muy jodidos.
Me imagino que en algún lugar donde se manejen los protocolos de salud a nivel de nación, a alguien se le haya ocurrido advertir que están trabajando con personas con altos niveles de depresión. Ya la ciencia demostró que una herida sana con más rapidez y eficiencia en una persona feliz y bien alimentada, que en una persona deprimida con una dieta baja en proteínas.
Así que la pregunta es: ¿cuán enfermos estábamos ya cuando nos infectamos con el virus? Quizás si encontramos con franqueza total la respuesta correcta, estaremos un poco más cerca de saber qué nos espera. Y sé que esto es tremendamente difícil porque, en general, las personas saben con inmediatez cuando están mal alimentadas, pero casi nunca se dan cuenta de que están lidiando con terribles problemas de depresión.
Y para terminar, la depresión es un veneno eficaz, un herramienta de control social que, paradójicamente, no está en el terreno de nadie. Por mucho que cualquier sociedad influya determinantemente a través de sus políticas sociales en los niveles de estrés de sus individuos, no se siente responsable por ello. ¿Por qué? Porque tú eres el estresado, tú eres el deprimido, por lo tanto, tú tienes que buscar los medios para resolverlo. Al final, está demostrado que un individuo deprimido no es un peligro para nadie. Es triste e injusto, pero es así.