Enter your email address below and subscribe to our newsletter

Comparte esta noticia

Por Tania Tasé ()

Berlín.- A mí no me importa si este criminal está muriendo o no. No me interesa. Porque vivo o muerto no paga el daño que nos ha hecho como nación y a cada ciudadano cubano en particular. Por ley natural, él morirá pronto y se irá sin pagar como se fueron tranquilamente su hermano y tantos otros monstruos. Así que me da exactamente igual. Me cago en la diferencia.

A mí me importa la crisis epidemiológica en Matanzas y que pronto se extenderá a todo el país.

Me preocupa el hambre de los niños y los ancianos, los últimos tendrán una muerte indigna, la indignidad que provoca padecer hasta el final, muchos de ellos lejos de su familia, cientos que se irán de este mundo no tan tranquilamente como los Castro, se marcharán sufriendo la más grande de todas las indignidades: el hambre y.el abandono de un régimen que los engañó, los hizo trabajar como esclavos, los hizo callar y ahora los hace ayunar. Se irán sin saber para que vinieron a esta vida y lo peor: dejarán una realidad miserable a sus hijos y nietos.

Los niños crecerán con déficit de nutrientes básicos para su desarrollo físico y psíquico. Contemplarán primero la cobardía de sus padres y abuelos y los despreciarán después. Heredarán los harapos de una nación destrozada en su núcleo más vital: la dignidad que da la conciencia de la fuerza propia. Serán seres débiles pensando solamente huir por la vía que sea: emigración, drogas, alcohol, violencia.

A mí me interesa el destino de los presos políticos, me duele que puedan sentir que los dejamos solos y que su lucha y lo que han arriesgado haya sido en vano. Creánme que ese es el peor sentimiento que un ser humano pueda tener, que todo sacrificio, riesgo, resistencia y honor sea por gusto.

Otras preocupaciones

Me subleva ver morir mujeres cubanas asesinadas por la frustración de los machos cubanos que están prestos a matar por celos y les faltan huevos para rebelarse contra los esbirros a los que les sonríen y que son sus cómplices.

Me quita el sueño la espiral de violencia que abate un país entero y que instaura un toque de queda macabro y hace encerrarse al cubano a cal y canto entre cuatro paredes y ni aún así, escapa. Porque la violencia no sólo se ha normalizado hasta formar parte del paisaje diario y único; sino que es tolerada y amparada por el régimen, siempre y cuando no vaya en su contra.

Me angustia que la nación entera normalice la oscuridad, que no es estar sin corriente eléctrica. La oscuridad como yo la entiendo es vivir sin luz, vivir sin esperanza, sin opciones, sin planes, sin voluntad.

Cuba es una entidad amorfa, delirante, llorona y cruel que abandona a sus viejos y condena a sus niños hasta quedarse sin pasado y sin futuro al mismo tiempo.

Esas son las cuestiones que me preocupan y me ocupan y en las que me quiero concentrar antes que el dolor, la impotencia y el odio acaben conmigo.

No, yo no tengo el Champagne enfriando para cuando muera este canalla.

No va a hacer ninguna diferencia.

Nosotros somos la diferencia. Nosotros somos los responsables ahora.

Deja un comentario