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Por Arturo Mesa ()
Atlanta.- Controlado el ímpetu de las protestas estudiantiles regresa el malabar discursivo y la muela de siempre. Esta vez, se trata del señor De Cossío arremetiendo contra lo mismo: “el bloqueo”. Y es que hay que justificar de alguna manera las medidas “que no nos gustan” y como van las cosas, puede que falte algún abuelito por convencer en algún lugar. (Léase los comentarios positivos del post del señor y cualquiera similar y si usted encuentra alguien real por todo eso, le hago una recarga).
La culpa jamás será del gobierno para el gobierno, siempre será del bloqueo. Yo le voy a definir como yo lo veo: La culpa jamás será del bloqueo cuando hay un gobierno. Sucede que no lo hay. Luego de intentar, probar, inventar, y experimentarlo todo, de todas las formas posible, los números de la economía y de la sociedad se desploman ante los ojos del gobierno y la mejor de las respuestas es que confíen y que la culpa es del bloqueo. Sesenta y seis años después todavía hay que confiar en que la resistencia creativa vencerá al bloqueo.
Yo digo más, yo digo que la culpa en un 100% recae sobre el gobierno, porque si no pueden con el bloqueo, al menos pudieran renunciar y confiar en aquella frase del apóstol sobre la utilidad de la virtud, es decir, que dictamine y rija quien mejor lo sepa hacer.
Pero la testarudez política ha obligado a irse a todo el que sabe hacer algo [no macho, uno vive 70 a lo sumo], y lo que hoy nos envuelve se asemeja más a la inutilidad del absurdo que a la utilidad de la virtud.
Lo explico más claro “Váyanse” y permítasele al cubano sufrir en paz los efectos del bloqueo, sin contar siquiera con el beneficio de las maravillosas transformaciones que emanan de Palacio. Llévense hasta el Palacio si quieren, pero permításele al cubano sufrir tranquilamente los efectos de las medidas del enemigo de ustedes.
Si hubiésemos probado una sola vez las medidas del imperio sin la presencia del Partido inútil, probablemente algún número de los que muestra la estadística social actual estuviese mejor. Demuestren ser capaces de sacrificarse por el bienestar del pueblo una sola vez y entonces sabremos que “sip, era el bloqueo”.
Lo que sucede es que el grupo que rige y habla de “bloqueos” carece de virtud alguna, son más bien grupúsculo de aplaude-baba que va a cobrar, a recoger beneficios, a viajar, a disfrutar del aire de la oficina sin que una entidad contrastante le discrepe una sola medida. Y para colmo, se dan el lujo de utilizar las frases más denigrantes para una sociedad como que “las calles son de los revolucionarios” y “la Constitución no puede trazarle directrices al partido”.
Recientemente los estudiantes intentaron discrepar una de las tales “necesarias medidas para quebrar el bloqueo”, pero como dije —y por lo cual todavía ando recibiendo ofensitas hasta de amigos— la entidad contrastante no puede ser un grupo frágil o vulnerable «si les gusta más esa palabra» como la juventud. Ellos probablemente quieran emigrar [no macho, uno vive 70 a lo sumo] como los dos millones de cubanos que se fueron en el último lustro. ¿Qué, usted los va a criticar?
Esa entidad, organismo, grupo, institución, lo que sea, tiene que ser un partido fuerte, opositor y sin titubeos, para que alguna vez en la historia de este país se respete el criterio de quien mejor le sirve a los intereses de todos y quien mejor sepa desmembrar las articulaciones del llamado bloqueo, porque quien disfruta de la electricidad que nosotros pagamos en las oficinas de Palacio hoy; ese no es.