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Por Yeison Derulo
Santa Clara.- Una “pieza imprescindible” acaba de salir de la Fábrica de Calderas Jesús Menéndez, en Sagua la Grande, y los medios oficiales lo presentan como si el Apolo 11 hubiera vuelto a la luna. Con apoyo de técnicos chinos y una brigada de Nuevitas, los ingenieros lograron fabricar —agárrese fuerte— una parte del sistema de la termoeléctrica Ernesto Che Guevara, de Santa Cruz del Norte.
Y dicen que es una experiencia “que será extendida”. Claro, cómo no. Cuando uno no tiene nada que celebrar, cualquier tubo doblado se convierte en epopeya.
Mientras el país entero sufre apagones, el gobierno lanza notas como esta, cargadas de falsa épica industrial, para distraer al pueblo con migajas tecnológicas. ¿Hasta cuándo el circo de las “obras de impacto”? ¿Hasta cuándo el show de las “reparaciones revolucionarias”?
La realidad es una sola: el sistema electroenergético nacional está hecho trizas. Las termoeléctricas se caen a pedazos, los transformadores mueren de vejez y la mitad del país cocina con leña. Pero no, allá en La Habana deciden que la noticia del día es un recalentador, hecho a mano, con asesoría china y olor a óxido.
Lo presentan como “encadenamiento productivo”. En buen cubano, eso se traduce a: “no tenemos piezas, las inventamos, y si explota, decimos que fue un éxito parcial”. Y lo peor es que lo venden como si fuera progreso.
La fábrica Jesús Menéndez, dicen, trabaja también para el central Panchito Gómez Toro, con una caldera de 110 toneladas de vapor. ¡Qué maravilla! Un país entero apagado, y el gobierno aplaudiendo porque soldaron una tubería. La prensa oficial le llama “prestigiosa industria villaclareña”, pero los cubanos saben que de prestigio no se vive, ni se alumbra.
Mientras tanto, la termoeléctrica Antonio Guiteras sigue agonizando, esperando piezas que quizás lleguen, o quizás no. Y el pueblo, resignado, vuelve a escuchar la frase de siempre: “se trabaja intensamente para garantizar la estabilidad del sistema”. Un sistema que no existe, un país que no brilla, y un gobierno que insiste en jugar con la paciencia de todos.
La verdadera “pieza imprescindible” de Cuba no está en una caldera, ni en una fábrica de Sagua. Está en la dignidad del cubano que sigue resistiendo sin corriente, sin gas y sin esperanza. Esa sí es una obra de ingeniería humana, y de las más duras.
Mientras ellos cortan y doblan tubos, el pueblo se sigue doblando de cansancio. Y eso, señores, sí es una falta de respeto monumental.