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Luis Alberto Ramírez
Miami.- El régimen de ocupa de Nicolás Maduro, por boca de su lugarteniente y vocero del miedo, Diosdado Cabello, lanzó recientemente una amenaza tan burda como predecible: si Estados Unidos interviene militarmente en Venezuela, las consecuencias las pagarían los opositores. Y aunque no lo mencionó por nombre, todos entendemos claramente a quién se refería: a María Corina Machado, la figura más peligrosa para la permanencia del chavismo en el poder.
No se trata de un simple alarde. El chavismo siempre ha funcionado así: chantaje, intimidación y represalias. Si algo los caracteriza es su capacidad de ensañarse con quien no puede defenderse. La amenaza contra Machado, en caso de cualquier acción extranjera, es totalmente creíble. Sin embargo, este cálculo podría volverse en contra del propio Maduro más pronto de lo que imagina.
Según reporta la prensa internacional, María Corina Machado estaría presente en Oslo para recibir el Premio Nobel, acompañada además por varios presidentes latinoamericanos en funciones. Y aquí surge una pregunta que el régimen teme incluso que alguien pronuncie: ¿No es este, precisamente, el momento en que Estados Unidos podría actuar sin temor a que la líder opositora sea tomada como rehén?
Porque si algo ha frenado acciones contundentes contra Maduro es justamente la presencia física de figuras clave de la oposición dentro del territorio venezolano, vulnerables al chantaje y la violencia del régimen. Pero el 10 de diciembre, María Corina estaría fuera, a salvo, custodiada por instituciones democráticas y observada por la prensa internacional. Sería el momento exacto en que las garras chavistas no podrían alcanzarla.
No sería la primera vez que un acontecimiento diplomático internacional crea las condiciones perfectas para un movimiento estratégico. No sería descabellado que Washington, harto del doble juego de Maduro, de su narcoestructura y de su amenaza regional, vea en esta coyuntura una oportunidad irrepetible para sacar al déspota de su madriguera sin poner en peligro a la principal líder civil de la oposición.
Además, pensar en una operación de este tipo en plena Navidad es poco probable. No solo por logística, sino porque, como dice el villancico: “Navidad es tiempo de amor, tiempo de paz…” Y cualquier acción militar, política o de fuerza, suele evitarse en ese período por razones obvias.
Si algo está claro es que el régimen chavista muestra pánico, y por eso amenaza. Pero también es evidente que las fichas se están moviendo en un tablero donde la protección momentánea de María Corina Machado puede cambiarlo todo. El tiempo lo dirá, pero algo se siente distinto en el aire: por primera vez en mucho tiempo, el círculo alrededor de Maduro se estrecha, y quizás, solo quizás, esta sea la oportunidad que muchos esperaban. Por si o por no, por si acaso el día diez yo no duermo.