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UN HORROR ACECHA EN LAS CALLES

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Por Reynaldo Medina Hernández ()

Lo último que vi del conde/ fue su rostro abotajado,/ cubierto de sangre,/ esbozando aquella/ sonrisa malvada/que procedía de las profundidades del infierno (Bram Stoker, «Drácula»)

La Habana.- Mucha atención. Si usted vive en La Habana, o es un cubano residente en una provincia del interior, o un turista internacional (de los pocos que aún vienen), que está de visita en la capital cubana, escúcheme bien.

Trate de no salir de noche, y si lo hace, procure no hacerlo solo y sea muy precavido, sobre todo, evite lugares solitarios y oscuros, así como la calle 23, en El Vedado, que aunque no sea solitaria y oscura, es muy peligrosa, especialmente en la cercanía de ciertos bares. No, no lo digo por los asaltantes, eso ya es viejo, y ese peligro lo corre incluso en pleno día.

Una nueva y aterradora amenaza lo acecha entre las sombras de la noche habanera, una horrenda criatura de las tinieblas llamada vampiroch. No, no dije vampiro, a esa especie pertenecen Nosferatu y el conde Drácula. No, tampoco hablo de aquellos vampiros de Juan Padrón que tanto nos hacen reír todavía. Esto es serio.

No son el mismo tipo de abominación. Se asemejan en el nombre y en que viven de la sangre de los demás, pero existen diferencias entre ellos.

Para empezar, el vampiroch no duerme en ataúdes ocultos en viejos cementerios o edificios en ruinas, si no sobre una gran estiba de cajas de cerveza Cristach.

¡No, qué Cristal ni Cristal! ¿Qué pasa que nadie me entiende hoy? Dije Cristach, así se llama la cerveza. Y, precisamente esa es la medicina con la cual el vampiroch cura sus malestares, a diferencia de aquellos alegres chupasangres que anduvieron por La Habana en los años 30, que necesitaban el vampisol.

El propio vampiroch lo ha confesado en las redes sociales: «si le duele la cabeza, tómese una Cristach, y si no se le quita, entonces tómese un camión de Cristach». Es también un estimulante muy eficiente para motivar a la participación en desfiles y concentraciones callejeras.

Así que ya lo sabe. Está advertido. Si se deja sorprender, no culpe a

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