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Por Arnoldo Fernández ()
Contramaestre.- Hace unos días fui a Bayamo (8 de mayo de 2025). Lo primero que hice fue recorrer la vieja ciudad, la de Francisco Vicente Aguilera, Perucho Figueredo, Carlos Manuel de Céspedes…
Siempre que voy no me canso nunca de visitar sus monumentos: la ventana de Luz Vázquez, la Plaza del Himno, la iglesia parroquial, el parque, la casa de Céspedes, de Aguilera, el Retablo de los Héroes, la Torre de San Juan Evangelista…
Es una ciudad donde uno siente en cualquier lugar las palabras de Aguilera, Céspedes, Figueredo, Francisco Maceo Osorio, las del oriente conspirativo; también siente las logias hermanadas en la lucha independentista contra España; una ciudad donde uno imagina aquellas mujeres que entonaron la Marsellesa insular, incluso ve a Perucho sobre su caballo escribiendo las notas de esa pieza antológica que nos define en el mundo.
Bayamo es monumentos por doquier, por eso su bautizo ante la historia: «Ciudad Monumento», no hay otra forma de nombrarlo, porque si existiera iría contra lo que fue y es como el cuerpo donde está alojado el cerebro de la Patria. No se puede imaginar Bayamo sin esos sitios donde se labró la Historia a golpe de riesgo, inteligencia y sobre todo, pasión por un ideal de libertad.
Algunos de esos sitios están en peligro de perderse para siempre, como es el caso de la Torre de San Juan Evangelista, donde las cenizas de Francisco Vicente Aguilera descansaron por vez primera en Cuba, luego de ser traídas desde los Estados Unidos.
En enero de este año visité el sitio y escribí alarmado sobre el deterioro que aprecié en el mismo, la publicación llegó a mucha gente, incluso a las autoridades de la provincia, según me notificaron personas muy queridas.
Creí que los estados de opinión generados influirían en la necesidad urgente de hacer algo para salvar la Torre, pero cuatro meses después, por lo que vi este 8 de mayo, está mucho peor: heces fecales, zapatos viejos, jabas con basura, hoyos profundos…
La memoria de Francisco Vicente Aguilera no merece un ultraje así. La de los muertos de San Juan tampoco. La de América Latina mucho menos.
Cuando vuelva a Bayamo evitaré pasar por la Torre de San Juan Evangelista, porque duele profundamente estar en un lugar, que muy pronto, de no cambiar las cosas con urgencia, desaparecerá para siempre de nuestra Historia.
(Las imágenes tomadas con mi cámara personal el 8 de mayo de 2025 a las 7 y 30 de la mañana)