
Newsletter Subscribe
Enter your email address below and subscribe to our newsletter
Por Javier Bobadilla ()
La Habana.- ¡Se ve, se siente, Trump está presente! Y ni siquiera ha tomado posesión, pero ha calentado el X -formerly known as Twitter- hasta niveles solares. El nombre del Golfo de México, el derecho al Canal de Panamá, Groenlandia, Canadá estado 51.
Todo eso tiene una lógica subyacente. Lo de Canadá y México, para recordarles que se están yendo por el camino equivocado. Lo del Canal de Panamá, porque deja una barbaridad de dinero y controla el comercio mundial. Groenlandia, porque es una posición estratégica militar desde donde se tiene a toda Rusia a distancia de galleta, y porque cuando el polo se descongele un poco más va a ser un territorio enorme lleno de minerales valiosos.
En México, Claudia Sheinbaum se pone nerviosa y empieza a hablar de unidad latinoamericana. En Canadá, Justin Trudeau renuncia, porque es un pepillo, pero llevaba rato echando con la cara. En Panamá, el nuevo presidente le dice que tranquilo, que el canal no va a ser norteamericano, pero tampoco chino. Quizá eso es lo que necesitaba oír Trump. Groenlandia habla de divorcio con el Reino de Dinamarca, del cual es algo así como Puerto Rico de EEUU.
Maduro habla de invadir Puerto Rico. De eso Trump no dice nada. Si lo dejan cambiar a Puerto Rico por Groenlandia, lo cambia. En Groenlandia hay uranio, tungsteno, platino, titanio, y en Puerto Rico hay unos tipos que cantan reguetón con voz de retraso mental. Residente, siempre tan patriota, no se entera, y no le hace una canción a Maduro defendiendo su tierra.
En Israel y Palestina se empieza a hablar de tregua. Es como si el mundo hubiera chocado contra una pared, y rebotara en la dirección contraria.
Trump descubre que Ucrania y Rusia ya no son interesantes. Que si se centra en América obtiene el doble de atención. Los problemas solubles, además, están del lado de acá. Trump quiere ir a los libros de historia, y aquí se lo estamos poniendo a huevo.
En medio de todo esto, y estando todavía caliente el asiento del avión en que DC volvió de apoyar la toma de posesión de un dictador golpista después de unas elecciones groseramente fraudulentas, Biden saca a Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo.
Venezuela solía ser nuestro Puerto Rico, desde que dejamos de ser el Puerto Rico de Rusia. Después, pasaron cosas, y todo se nos fue de las manos.
A Biden sigue sin importarle Cuba. A estas alturas posiblemente ni siquiera sabe qué cosa es. Lo importante es complicarle el inning a Trump. Sacarse un ojo para ver al otro ciego. Pero el tiro le sale por la culata. Saca a Cuba de la lista, desactiva el Título III de la Ley Helms-Burton, y con una simple firma del viejo, el Partido Demócrata se suicida en la Florida.
Se suicida en defensa propia, que es lo que han estado haciendo estos últimos cuatro años. No se espera otro presidente demócrata hasta el 2036, con buen tiempo. La idea, por supuesto, vino de los «asesores». Dice que fue sugerencia de Lula, de Petro, de AMLO, y de los «grupos de solidadaridad con Cuba».
El Papa también ayudó, pero del Papa hablamos otro día.
Aquí, súbitamente inspirados por el espíritu navideño y el jubileo, y sin que tenga que ver con nada de lo anterior, deciden liberar a unas personas que estaban presas y que no tienen nada que ver con delitos políticos, ni con la salida de la lista, la cual atribuyen a la marcha y al concierto de Arnaldo y su Talismán. La sedición nunca fue un delito político, nos enteramos.
Hay dos tipos de preso político en esta vida. El que lo cogió la cosa en el lugar incorrecto en el momento equivocado, y el que estaba ahí porque sabía que la cosa era ahí. El primero se alegra de que lo liberen como quiera que sea, bajo las condiciones que sean y al precio que sea necesario.
El segundo tiene un compromiso, sabe que acaba de dejar años de vida y sufrimiento en una prisión asquerosa sin las menores condiciones para la vida humana, y sabe que eso vale. Tiene que valer, porque a él le costó muy caro y lo hizo por una razón para él igualmente valiosa. Así que cuando «alguien» decide aplicar una modificación en la pena de «unas personas» que cometieron «unos delitos», y en realidad sigue igual de preso que antes, bajo una vigilancia férrea y sujeto a unas condiciones ignominiosas, ese preso político «liberado» no se siente bien. Para él es una ofensa. Le han quitado todo el valor a su sacrificio.
Algunos entraron a la prisión con esa conciencia, otros la adquirieron dentro. El resultado es el mismo. El gobierno vuelve a minimizar un fenómeno que aún no logra entender. Tienen en la calle a unos opositores a los cuales cambiaron por compota y están muy molestos con eso. A un ser humano se le puede quitar casi todo, pero cuenten con que mientras más se le quita, menos tiene que perder.
Se hablaba de 550 y tantos presos. Ayer iban por 50 y pico y ya había noticia de un liberado vuelto a meter preso. Las declaraciones que vi, no eran precisamente con espíritu de fiesta.
Un par de días después, en una milagrosa coincidencia, el Grupo de París le reestructura la deuda a Cuba. Nadie sabe si le perdona o le aplaza, pero ahora ya es oficial, Cuba debe un poco menos. Hay una gran diferencia entre no tener deuda porque la pagaste, y no tener deuda porque te la pasaste por el forro. El PCC y la Familia Real esperan sinceramente que nadie note esa diferencia, para meter la próxima mordida. Mientras tanto, se está volviendo a hablar de perfeccionar la Guerra de Todo el Pueblo. Por si acaso.
Para este año no habrá parole ni volcanes. Todos los que marcharon tranquilitos -o fueron a la reunión del sindicato, o hicieron su paripé en el CDR- para que los dejaran irse, ahora no van a ninguna parte. Más les vale hacerse el crecimiento y meterse en el Partido a defender los logros de la Revolución.
A defender la Torre K recién inaugurada. A defender la tienda en dólares y el hotel de 70. Al Bebeshito cantando con Tekashi 6ix9ine. A defenderlos en serio. Nunca antes lo han necesitado como ahora.