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Por Víctor ovidio artiles ()

Caibarién.- Aunque ya lo escucho poco, siempre me viene a la mente aquello de «Te cogió la rueda». Eso venía siendo algo así como que las acciones te habían traído consecuencias negativas.

En estos momentos, para que te coja la rueda, o incluso para que te coja Carrión, no tienes que haber hecho algo. Estas ruedas de ahora son así de entusiastas.

De pronto te miras al espejo y ves a un tipo cansado, más flaco, algo ojeroso y demacrado, con doscientos pesos en la cartera que no alcanzan ni para una libra de arroz, teniendo que cargar agua casi a diario, sin dormir más de dos horas seguidas por más de cuatro meses, sin alegría y con la cabeza cargada de dudas, incomprensiones, preocupaciones, incertidumbre, desconfianza y mucho más.

Cuando ves esa imagen, te convences que te cogió la rueda y Carrión, que no fue el inventor de la rueda pero te coge igual.

En mi caso, que no es único ni de los peores, no me cogió una rueda cualquiera. La rueda que me cogió es de tren de carga, de las que te machuca y aplasta una y otra vez y de la que cuesta escapar.

Lo que no sabe el maquinista ni lo sabe Carrión, es que soy cabezón por naturaleza. Por mucho que me aplastan, tengo tendencia a inflarme y salir y termino por saltar la línea y, mientras me alejo, me defeco en la progenitora del maquinista, de Carrión y ahí aprovecho y salpica a otras varias.

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