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Por Ulises Toirac
La Habana.- No puedo pensar igual cada día. Si el mundo cambia y yo mismo cambio, pensar igual un día tras otro me haría incoherente.
Cada segundo entra nueva información, la gente a tu alrededor perfila nuevos rasgos, las noticias nos descubren nuevos hechos, suceden cosas en tu entorno con las que aprendes, o te frustran o te sorprenden.
El mundo, nosotros incluidos en él, está en constante cambio. Si ante eso mi pensamiento sigue idéntico, si mis disparates y mis certezas son las mismas, además de ser incoherente, tengo algo mal en mi cerebro.
Otra cosa son las convicciones, principios, estructura moral. Y aún así, están también sujetas a cambios. El alma es quizás el único asidero, la única cosa constante.
El agua de un río nunca es la misma, sentenciaron los sabios de la antigüedad. Yo soy un rompecabezas de mi mismo y debo armarlo cada segundo.
No temo variar por parecer otra cosa.