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Por Dagoberto Valdés Hernández (centroconvergencia.org)
Pinar del Río.- Hace pocos días ha ocurrido en Cuba un hecho que nos debería llamar a la reflexión. Se trata de un bulo, hoy llamado “fake news” o noticia falsa, que anunciaba que serían repartidos unos dólares en las puertas de los hoteles de Cuba. En algunos de ellos se presentaron grupos de cubanos en espera de la repartición. Las autoridades aclararon la falsa noticia después de congregadas las personas en los hoteles.
Considero que si divulgar esa mentira malintencionada, absurda y loca pudiera parecer increíble, más increíble pudiera parecer que algunos cubanos se la creyeran y acudieran a esta desquiciada convocatoria. Es asombroso, pero deberíamos centrarnos en pensar, en analizar este evento y sacar las enseñanzas del mismo. Ir a la raíz del problema.
Durante mucho tiempo, incluso desde el nacimiento de nuestra nacionalidad en el Seminario San Carlos de La Habana, el pueblo de Cuba ha disfrutado de una bien ganada fama de ser un pueblo culto.
En tiempos de la primera República (1902-1958) la Escuela Normal de Maestros y nuestras Universidades formaron maestros y profesores de probada virtud, de profunda educación ética y cívica y de una formación profesional, pedagógica, didáctica y humanista de alta calidad. Esa moral, decencia y sabiduría se sedimentó y pudo subsistir por varios años hasta que murió aquella generación de virtuosos y competentes maestros.
Sin embargo, a partir del ascenso al poder de un sistema comunista devenido totalitario, comenzó, muy al principio de la década de los sesenta, una campaña de adoctrinamiento ideológico y control de la vida personal, familiar y social. La decencia, la moral y la cívica dejaron de ser objetivos del llamado sistema de educación socialista, es más, se persiguieron y ridiculizaron las buenas costumbres y la decencia identificándolos con rasgos burgueses despreciables.
Se sustituyó el civismo por la lucha de clases entre cubanos y la moral sin apellidos pero con raíz humanista e inspiración cristiana, se fue demoliendo de generación en generación, y fue sustituida por una degeneración moral y una cochambre existencial que despersonalizó a gran parte de los cubanos. La fe religiosa fue perseguida, la educación cristiana cancelada y sus colegios intervenidos, sacando a Dios y a la formación en valores de todo espacio, tanto en la familia como en la “nueva escuela revolucionaria”.
Aquellos polvos adoctrinadores trajeron estos lodos de miseria humana y degeneración moral y cívica. Y en estos lodos resbalamos hoy con actos fallidos y lamentables como:
– No saber discernir críticamente una noticia falsa de una noticia verdadera. Aún más grave: no saber distinguir la verdad de la mentira.
La causa profunda es que no hemos sido educados para pensar con cabeza propia y no hemos sido formados para despertar nuestra conciencia crítica.
– Como consecuencia se responde a una absurda convocatoria para concurrir a unos hoteles inaccesibles para cubanos con la ingenua expectativa de que se recibirían dólares a las puertas de la exclusión.
– Y lo que es más lamentable, en lugar de reconocer honestamente estas pobrezas, materiales, morales y espirituales que nos hacen actuar como mendigos frente al señorío de esos hoteles que son signo de la injusticia, la desigualdad, la discriminación y el monopolio de los negocios y del dinero, de un pequeño grupo que ostenta el poder; en lugar de hacernos esta autocrítica, reconocer que su causa inmediata es la falta de educación y la deficiente cultura ética y cívica, e identificar que la raíz y causa profunda de este y de todos los males es el régimen socioeconómico y político que se nos ha impuesto; en lugar de hacer este examen de conciencia, se asegura desde arriba que seguimos siendo el pueblo más culto de la tierra.
Creo que vivir en la mentira, que es más grave que solo decir mentiras, es la peor forma de contribuir al deterioro de los valores morales, es la peor forma de solapar el civismo y es la peor forma de sepultar la conciencia crítica de un pueblo.
Moraleja: si sembramos mentira, adoctrinamiento y miseria material y moral, cosecharemos doblez, analfabetismo ético y cívico y actitudes de absurdo, dependencia y mendicidad como las que ya se repiten en Cuba.
1. Es urgente y absolutamente necesario que identifiquemos una vida fundada en la mentira, para no dejarnos engañar más y transformar nuestra vida personal y social en un camino de verdad y coherencia.
2. Es preciso diferenciar bien lo que es instrucción: transmitir y recibir conocimientos; de lo que es cultura: cultivar nuestra vida con principios, valores y virtudes. Y distinguirlos muy bien de lo que es mentira, adoctrinamiento, manipulación y alienación de nuestra conciencia y capacidad de discernir y pensar con cabeza propia.
3. Es urgente, indispensable, ofrecer formación ética y cívica para despertar y ejercer nuestra conciencia crítica, vale decir, aprender a discernir el bien del mal, es saber distinguir la mentira de la verdad, venga de donde venga: es, en fin, buscar la verdad que nos hace libres. El Centro de Estudios Convivencia ofrece 14 cursos de ética y cívica en el primer libro de texto de esta materia desde 1958, hecho enteramente por cubanos que vivimos dentro de Cuba y publicado en 2014. Puede ser descargado en PDF en: https://centroconvivencia.org/somos-un-pueblo-culto…/
Estoy convencido que ese mismo pueblo que, en una pequeña parte, acudió a los hoteles, también a consecuencia de la precariedad en que vivimos; ese mismo pueblo que, en gran parte, se manifestó pacíficamente el 11 de julio de 2021; y que hoy, crecientemente, está perdiendo el miedo inducido, este mismo pueblo será capaz, si tiene acceso a esa educación moral, cívica y política, de liberarse de creer en la mentira, de liberarse de la mendicidad y de la dependencia de limosnas y, estoy seguro que será capaz de liberarse de la causa estructural y sistémica que es el origen de todos estos males.
Creo que el pueblo cubano, a pesar de ese daño antropológico y de ese analfabetismo ético y cívico, puede volver a sus raíces varelianas y martianas, a su matriz cristiana, para sanar sus personas y reconstruir nuestra sufrida nación.
Y creo que eso sucederá pronto.