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Por Manuel García Verdecia
La Habana.- Una sociedad será tan próspera como prósperos sean sus individuos. Muchas veces olvidamos que una sociedad no es una entelequia supra personal sino el conjunto de interacciones e intersubjetividades de los individuos que la constituyen.
Una sociedad lozana será aquella donde primen el respeto y la solidaridad. Respeto a los derechos de cada cual a construir su vida, sin limitaciones debido a ideas, credos, sexos, razas, solvencia económica o cualquier otro matiz de diferencia humana. Solo ha de restringirse lo que atente contra el derecho de cada individuo o aquellos actos crueles o inhumanos que pongan en peligro la vida o la dicha de las personas.
Precisamente la educación en este respeto universal y comprensivo es lo que ayuda a fomentar la equidad y a desarrollar, desde la igualdad de posibilidades, la solidaridad que se sostiene en la sensibilidad, la cooperación, el diálogo y el consenso, además de posibilitar la vida en armonía y paz.
En tal sentido recurro otra vez a mi admirado Erich Fromm: ‟La actividad espontánea es el medio por el que el hombre puede dominar el terror de la soledad sin sacrificar la integridad de su ser; pues en la espontánea realización del ser el hombre se une de nuevo con el mundo –con el hombre, la naturaleza y él mismo. El amor es el principal componente de esa espontaneidad; no el amor como como la disolución del ser en otra persona, no el amor como la posesión de otra persona, sino el amor como la afirmación espontánea de los otros, como la unión del individuo con los otros sobre la base de la preservación de su ser individual… El trabajo es el otro componente; no el trabajo como una actividad compulsiva para escapar de la soledad, no el trabajo como la relación con la naturaleza que es en parte una de dominación de ella y en parte una de culto y esclavitud a los propios productos de las manos del hombre, sino el trabajo como la creación en la cual el hombre deviene uno con la naturaleza en el acto de creación… La dicotomía básica que es inherente a la libertad –el nacimiento de la individualidad y el dolor de la soledad– se disuelve en un plano más alto mediante la acción espontánea del hombre.”
Por ello creo que la propiedad privada jamás desaparecerá porque bajo cualquier forma de colectivización siempre quedará la propiedad sobre nuestro propio ser, único e inalienable, esto es, el individuo.