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Por Oscar Durán

La Habana.- Llevo tiempo diciéndolo en estas mismas páginas: somos una sociedad podrida. No importa si vives en Vertientes o en la ciudad que progresa; eres cubano, y eso es suficiente.

Tú no eres el culpable, es bueno recalcarlo. Quien nos enseñó a ser así fue el señor que está enterrado en una piedra allá en Santiago de Cuba. Todo comenzó en esa cabecita y hoy por hoy su legado se mantiene vigente.

Que el cubano mate a cubano, es culpa de Fidel Castro. Que el cubano sea un león allende los mares y aquí adentro sea una mansa paloma, es culpa de Fidel Castro. Que el cubano tenga miedo hasta para reclamar sus derechos, es culpa de Fidel Castro…

Los ejemplos sobran y ustedes los conocen bien. Igual, también pueden discrepar con lo anterior dicho, pero mi opinión va a ser la misma siempre: somos lo que somos por culpa de Fidel Castro.

La telenovela sobre la depresión de Chocolate lo deja bien clarito. He visto a gente que uno respeta preocupada por la salud del reguetonero, hasta influencers se han pronunciado sobre la situación.

Estamos hablando de un delincuente, drogadicto, un prófugo de la justicia y un tipo detestable en todo el sentido de la palabra. Por ese ser humano, el cubano está preocupado, mientras hay una madre en Cuba llamada Marta Perdomo, con 37 depresiones diferentes y nadie la hace trending topic y muchos menos le muestran apoyo.

Esa es la sociedad cubana de hoy. Uno no le desea mal a Chocolate y hasta pido una pronta recuperación si es que en verdad está mal; pero de ahí a convertir esto en titular por todos los lados, resulta vergonzoso.

Marta Perdomo, vuelvo y repito, pasa por un momento delicado. Tiene a sus hijos dentro de las mazmorras del castrismo, separados a más de 100 kilómetros de distancia; en ocasiones no sabe de ellos, y yo no veo una campaña de apoyo a esa señora como lo hacemos con el delincuente de Chocolate.

Por estas mismas cosas, no le tengo fe al mejoramiento cerebral del cubano. Cuando el mal viene de raíz, no hay Dios que lo enderece. Ahora mismo, no tienes corriente, la comida se te echó a perder, estás muerto del hambre, pero el móvil tiene suficientes megas para abrir Facebook y buscar desesperadamente una noticia alentadora sobre el Rey de los Reparteros.

Se llama sociedad podrida, por si no te habías enterado.

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