Enter your email address below and subscribe to our newsletter

Siempre encuentran a quien echarle la culpa…

Comparte esta noticia

Por Max Astudillo ()

La Habana.- En los últimos días me he encontrado a más de una persona, de esas que saben cosas, que me ha dicho, o lo ha insinuado con ese aire de quien conoce los secretos del mundo, que la calamitosa situación de salud de Cuba, esa que provoca fiebres y dolores con nombres exóticos como Zika, dengue, chikungunya u Oropouche, no es culpa del azar, ni de la falta de medicamentos, ni de la basura acumulada en las calles. No, sería demasiado sencillo.

La culpa, me dicen bajando la voz, es de Estados Unidos. Al parecer, el gobierno va dejando caer por ahí, como quien tira un caramelo envenenado, la idea de que Washington mandó una plaga bíblica, una especie de regreso al Egipto faraónico pero con aviones invisibles, para acabar con la isla rebelde.

Eso pasa, claro, cuando no hay forma de evitar la catástrofe y no queda más consuelo que el de la paranoia. Y no es la primera vez. La memoria, cuando se ejercita solo para lo que interesa, es un arma arrojadiza. No olvidemos, porque ellos no lo han olvidado, que cuando la epidemia de fiebre porcina que asoló las poblaciones de cerdos, culparon a la CIA.

Thrips Palmi

Lo mismo con la epidemia de dengue hemorrágico de los años 80, que se llevó por delante a tantos niños. Incluso con la aparición de una plaga de Thrips Palmi, un bichito tan pequeño que casi no se ve, pero que en la narrativa oficial se convirtió en un monstruo soltado por un avión enemigo.

Juran y perjuran que la culpa es de EEUU

Hubo algunos personajes del castrismo, de esos que hablan con la seguridad de quien ha visto un ovni, que hasta aparecieron en televisión nacional para jurar y perjurar que habían visto, con sus propios ojos, un avión norteamericano lanzando los referidos insectos sobre los campos cubanos. Uno se imagina la escena: un tipo con uniforme en un campo de caña, mirando al cielo, viendo pasar un avión y una nube de puntos minúsculos. Y en lugar de pensar en la fumigación de un campo vecino, piensa: ahí están, los thrips del imperialismo. Es la lógica convertida en un chiste malo.

La culpa de todos los males de Cuba, según el castrismo y sus voceros, la tiene Estados Unidos. Y es de milagro que no lo culpen también de haber introducido los hurones, esa plaga de cuatro patas, o el marabú, que se come los pastos, o las clarias, el pez gato que se traga todo y que es el culpable de que en el país haya desaparecido la casi totalidad de las especies autóctonas de ríos y lagos. Uno diría que hasta la lluvia ácida, si la hubiera, sería un invento yanqui para fastidiar la cosecha de tabaco. El imperio es, al mismo tiempo, un ente decadente y una mente maquiavélica y omnipotente que no tiene otra cosa mejor que hacer que mandar bichos a una isla del Caribe.

Eso sí, hay que reconocer que Estados Unidos sí tiene una culpa, pero no esa. La culpa es otra, más terrenal y menos cinematográfica. La de haber permitido, por cálculo geopolítico, por error, por lo que sea, un régimen comunista durante 67 años. La de haberle dado, en sus inicios, ese barniz de víctima y de David contra Goliat que tanto le ha servido para justificar lo injustificable.Y la de haber apoyado, de una manera u otra, a Fidel Castro al principio, creyendo que era un mal menor. Esa es la plaga que de verdad importa: la de la impunidad de un sistema que, mientras su pueblo sufre fiebres y hambre, siempre encuentra a quien echarle la culpa. Menos a sí mismo, claro. Eso nunca.

Deja un comentario