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Por Jorge Menéndez ()

Cabrils.- Esta semana, como parte del teatro revolucionario y partidista, cesaron a la Ministra de Trabajo y Seguridad Social. El discurso oficial dice que ella dimitió, pero todos sabemos que Marrero se presentó para “analizar su discurso, por falta de sensibilidad”, y conocemos el resto.

Desde luego, el discurso fue una barrabasada, y me cuestiono hasta qué punto fue únicamente idea de la ministra, cuando todo el auditorio la aplaudió en pleno. Deberían dimitir todos por su apoyo.

Vayamos más allá y pensemos en la falta de sensibilidad de la ministra. Es muy cierto, pero detengámonos a pensar qué incidencia práctica tienen esas palabras en la vida diaria del pueblo cubano.
Desde luego, cero trascendencia, más allá del trasfondo moral de las mismas y el cabreo que esto suscita.

En los discursos de Canel —ese señor que, por ser el presidente del país, es el primer responsable de lo que ocurre en Cuba— y de Marrero, vemos la desaparición de sectores históricamente enraizados en nuestra economía, como la zafra azucarera, hoy inexistente; la salud; o el turismo, cayendo a niveles de 30 % anual.

Podemos hablar de los experimentos financieros y económicos, como el reordenamiento, la inflación, la política antiproductiva del gobierno o quizás la política anti–PYMES.

Todo esto es responsabilidad de Canel y Marrero y tiene una incidencia directa en la vida del cubano de a pie.

¿Por qué no dimiten?

¿Quién es el responsable de que no haya nada para comer o de los apagones? No hay temas más sensibles para la ciudadanía que estos, y los responsables sabemos quiénes son.

Entonces, ¿por qué no dimitieron? ¿Por qué no hay valor para pedirles la dimisión?

Sus discursos, ausentes de autocrítica, pero sobre todo de responsabilidad, denotan su parasitismo gubernamental y su justificación basada en la “resistencia” y en buscar el culpable de todas nuestras desgracias en el exterior.

Todavía tienen el descaro de decir que este es uno de los momentos más difíciles de la Revolución, y que vendrán otros. Eso ya lo anuncian sin tapujos.

Tienen que irse. Y si el pueblo cubano aguanta esto, es tan indigno como sus gobernantes, y tiene, sencillamente, lo que quiere.

La ministra pagó el plato roto, cuando Canel y Marrero eran quienes debieron haber dimitido.

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