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Por Yanetsy Pino ()
Atlanta.- Tengo que hablar de esto -me dije cuando lo leí por primera vez. Pero era tanta la indignación, que preferí esperar unos días para escribir a sangre fría, que es como mejor uno puede hacerlo.
Yo ya ni siquiera soy feminista; pero todo lo que se relacione con justicia y mujeres, me interesa y me afecta. Y más cuando está Cuba en el medio.
Si en algo son insuperables los sicarios de la seguridad del estado y la inteligencia cubana, es en preparar puestas en escena. Esto lo hacen para lograr sus propósitos. Contra las mujeres se ensañan. Es como si el sexo femenino les alentara a ser más crueles: el machismo y la misoginia de estado en su máxima expresión.
El proceso legal contra las profesoras y académicas Alina Bárbara López Hernández y Jenny Pantoja Torres constituye una puesta y una farsa. Es un guion cercenado por la manipulación desde el inicio hasta el fin.
Ellas, dos simples mujeres indefensas, quisieron viajar de Matanzas a La Habana. Como hacían cada día 18, iban a reclamar en su manifestación pacífica. Tenían justas demandas por el bien de Cuba y de su ciudadanía.
Era el 18 de junio de 2024 y para detener a esas dos mujeres que podían ser sus madres, o sus hermanas, oficiales del Minint abusaron de ellas físicamente. Fue tal la violencia propinada, que todavía hoy Alina tiene padecimientos neurológicos. Estos fueron producidos por esos agentes del orden que debían velar por el orden y solo dieron golpes.
¿Propósito? Había que detenerlas y que hubiera violencia física para que ambas fueran procesadas por delitos que nunca cometieron. Pero el objetivo fundamental era y es enmascarar el procesamiento legal por motivos políticos y criminalizar personas que ejercen la disensión. De hecho, como bien describe Alina, ninguna de esas palabras con matiz político es mencionada en el documento fiscal. Este documento recientemente les fue entregado.
Luego de un año, ahora aparece una petición fiscal, para Alina, de cuatro años de privación de libertad. Está sustituida por libertad correccional sin internamiento por los supuestos delitos de desacato, desobediencia y atentado. Y para Jenny, es de tres años de privación de libertad. Está sustituida por trabajo correccional sin internamiento por el supuesto delito de atentado. Ambas tienen privación de derechos y prohibición de salida del país. Además, tienen la obligación de abonar cuotas en MN por daños materiales.
Y aquí es donde la tragedia del abuso físico convertido en farsa se transforma en ridículo esperpéntico
Luego de una descripción en el documento digna de una película del sábado, se construye una narrativa. Se omite el modus operandi de poner a las mujeres con superioridad en tamaño, corpulencia y práctica de artes marciales, a que propinen golpes a otras mujeres de mediana edad en condiciones físicas inferiores.
Una fiscal de nombre Ana Lilian Caballero Arango refiere que las acusadas deben pagar por supuestos daños materiales: uniformes estropeados, botas militares rajadas y charreteras desvencijadas. Además, Jenny deberá pagarle nada más y menos que cinco mil pesos a la oficial para sus extensiones de cabello. Lo único que le faltó a la fiscal fue decir que también debían reponerle su ropa interior, las medias, las uñas postizas y hasta los aretes de acero quirúrgico.
Francamente, son el hazmerreír. Aquí ya no hablamos de farsa, sino de ridículo y esperpentos. Se trata de oficiales que no son oficiales sino sicarias. Esto porque no son personas de leyes sino gestoras de ridículos y acciones esperpénticas. También de un documento legal convertido en ficción. Todo se realiza con el fin de justificar los cargos imputados. También para enmascarar la criminalización de la disensión política con delitos comunes.
Por eso, luego pueden decirle al mundo que en Cuba no hay presos políticos: tienen un poder omnímodo. Mientras en las democracias los poderes ejecutivo, legislativo y judicial están separados, en Cuba los tres están reunidos en un solo hombre y en los gendarmes de la policía política. Aprendieron bien de Hitler y de Fidel Castro. Ellos son capaces de convertir grandes mentiras en verdades creídas por multitudes. Pueden hacer lo que quieren y cuanto quieren porque todo está a sus pies. La finca y el patronato.
Mi país se murió.
Por suerte, me queda esa Cuba verdadera que nunca morirá: su gente, para seguir amando mi bandera y continuar el camino.
Alina y Jenny no están solas. Todos caminamos con ellas. Sus campanas también doblan por mí y por ti…