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Por Yoyo Malagón ()
Madrid.- Luis Díaz se quiere del Liverpool, pero no lo dice. Rodrigo Goes quiere estatus de estrella en el Madrid y su entorno filtra que quiere irse. Los grandes van a por el colombiano. Pero no dicen nada de Rodrigo. Alguna jugada oculta hay detrás. En algún momento comenzará el efecto dominó.
Sin embargo, lo raro no es que el Bayern Múnich quiera a Luis Díaz. Lo raro es que nadie, ni el Bayern ni ningún otro grande, vaya a por Rodrygo Goes con la misma obsesión. Y eso que el brasileño juega en el Madrid, que suele ser el supermercado favorito de los clubes ricos, y que su cotización (unos 100 millones, según Transfermarkt) supera a la del colombiano.
Entonces, ¿por qué Díaz, que está en un Liverpool en reconstrucción, genera más urgencia en los despachos que Rodrygo, que juega en un equipo repleto de estrellas y donde nunca acaba de ser el dueño de su puesto?
Podría ser el dinero, claro. Rodrygo vale más y el Madrid no regala jugadores, pero tampoco es que FSG, los dueños del Liverpool, sean unos derrochadores. La clave quizá esté en el perfil: Díaz es un huracán por la banda, un jugador de impacto inmediato, de esos que te resuelven un partido torcido con un gesto.
Rodrygo es más fino, más técnico, pero también más irregular. Y los grandes equipos, cuando pagan, quieren garantías, no promesas. El Barça lo sabe bien: cuando tuvo opción de fichar a Díaz (antes de que se fuera a Liverpool), prefirió esperar… y se quedó sin él.
Hay algo más, sin embargo. Díaz tiene ese magnetismo que trasciende lo deportivo. Es el ídolo de un país entero, un tipo que vende camisetas y emociona a las gradas. Rodrygo, pese a su calidad, nunca ha terminado de conectar así, ni con la afición del Madrid ni con la selección brasileña. Quizá por eso el Bayern, que necesita carisma tanto como goles, mira a Luis y no a Rodrigo. O quizá es simplemente que el fútbol, como la vida, a veces premia más a quien llega gritando que a quien llega silbando.
Con 27 años, Luis Díaz ha ganado una Premier League, una FA Cup, dos Copas de la Liga y una Copa América con Colombia, además de llegar a dos finales de Champions.
Rodrygo, de 23, acumula más trofeos —dos Ligas de Campeones, dos Ligas españolas, una Copa del Rey, un Mundial de Clubes y una Supercopa de Europa— pero con el asterisco de haber sido, en muchos de ellos, un complemento en lugar de protagonista.
La diferencia, más que en palmarés, está en el peso dentro de sus equipos: Díaz es pieza clave; Rodrygo, lujo secundario.