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POLITIQUERÍA, ESA VIEJA CONFIABLE

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Por Yoel Arias Hernández ()

La Habana.- Por desgracia, la mayoría de las promesas no se cumplen. Da lo mismo hechas en el altar, ante la mesa del notario o a los pies del tipo al que le debes dinero, la probabilidad de que no sean cumplidas es estúpidamente alta, teniendo en cuenta las consecuencias de no hacerlo.
Un grupo guerrillero llega al poder y promete desligarse de las lacras de la política antes que ellos llegasen. Nada raro que tampoco cumplieran. De eso hace más de seis décadas. Los males de la llamada «República mediatizada» o «pseudo República» parecieron destinados al olvido, salvo que no se logró.
Las promesas de campaña electoral son como las que haces el fin de año: no beberé más (ni menos), el primero empiezo la dieta (o voy al gym) o la puntita no más, sean en la latitud que sean casi es una costumbre no cumplirlas. La diferencia estriba en que los que se sintieron mal, ofendidos o timados, por la falta de seriedad de los políticos en aquellos lugares, tendrán siempre la posibilidad legal, ELECTORAL le llaman, de hacércelos saber con protestas o votos de castigo. En Cuba no tenemos, desde hace seis décadas, esa posibilidad, somos «cornudos, apaleados y contentos», como aquella breve historia que algunos estudiamos en la escuela.

La práctica de prometer y no cumplir comenzó a llamársele POLITIQUERÍA, así mismo a la actuación posterior a muestras de rechazo a la gestión gubernamental a las que esta respondía pareciendo cumplir su promesa. Ojo, solo eso, simulando hacerlo, ganando tiempo o acallando un clamor popular, que a la larga da el mismo trigo político.
Aquellos guerrilleros del último año de los 1950 prometieron no volver al pasado, aun hoy, sus continuadores (continuistas les llamamos) lo siguen prometiendo, sin mucha credibilidad, hay que aclarar.
Contrariamente, su actuar es más apegado a aquello a lo que juraron combatir a muerte que a lo que prometieron conseguir. La suerte es que no tienen competencia en las urnas y así la continua falta de compromiso con su predica programática los salva de una derrota electoral pero no de la pérdida de credibilidad.
En la epoca socialista, a diferencia de la etapa republicana o burguesa, no se pregona «agua, caminos y escuelas», ¿no era asi? En la Cuba moderna los planteamientos de las asambleas populares duermen plácidamente en cómodas gavetas y recobran la vida cuando le interesa a alguien conservar su burocrático puesto (o BOTELLA debería decir) debido a lo peligroso de incumplir lo indicado desde «arriba», al menos para conservar el puesto.

Asfaltar una senda, bache o avenida entera, suprimir salideros o micro-pequeños-medianos vertederos de basura domiciliaria o garantizar el alumbrado público en zonas de asidua circulación de personal en horarios nocturnos (como accesos a instituciones sanitarias) se convirtieron, de planteamientos (añejos muchos de ellos), con respuestas ya preconcebidas y vinculadas al eterno bloqueo yanqui, en pruebas palpables de que la politiquería está hoy más viva que nunca.
Es casi del realismo mágico ver aceras y avenidas emerger al conjuro de dos palabras mágicas: ‘Visita gubernamental’. Fachadas remozadas y pintadas en un santiamén, sustitución de bombillos fundidos sugieren que viene una visita de alto nivel, o solo una amenaza, mas funciona igual.
Con el caso del increíblemente rápido asfaltado, total o parcial, de avenidas olvidadas de Dios (y el gobierno), llegan barbaridades como cubrir tapas de registros de telefonía, albañales o electricidad soterrados y la acumulación de agua (pluvial o residual) en las esquinas pues el nivel del pavimento anterior no fue eliminado para hacer lugar al nuevo, provocando charcos artificiales que luego dañan el asfalto recién tirado provocando un bucle de nuevos planteamientos (quejas) y criaderos de mosquitos.

Los recientes levantamientos en el Oriente del país me han traído de vuelta estas promesas de eliminar lo viejo y retrógrado que los gobiernos de la vieja República nos legaran. «No más muela», «corriente y comida » fueron de las consignas más coreadas esos dos días, en Santiago y Bayamo, principalmente. En lo que se explicaba la falta de combustibles para la generación eléctrica o la distribución de alimentos, por parte de ciertos dirigentes orientales, atravesaban las manifestaciones camiones y patrullas que sí tenían combustible suficiente para llegar allí a reprimir, en otro bucle infinito de causas y consecuencias.

Al otro día llegaban los «alimentos» que el pueblo exigió el día 17 de marzo, imposibilitados de llegar por culpa del bloqueo, el mismo que no evitó que pudieran llegar menos de 24 horas después. Alimentos entre comillas, ya que con arroz y azúcar en gramajes tan exiguos no los llegaría a llamar tales. Estas «respuestas» gubernamentales los dejan muy mal parados, se desacreditan automáticamente. Lo peor está por llegar: esos «Alimentos» durarán muy poco y tan poquito como lo que aportará o, incluso durará, la termoeléctrica Guiteras y sus 250 mw para revertir el azote de los apagones (hace rato ALUMBRONES) en aquella zona del país. Una termoeléctrica de la que no se esperaba su reincorporación al SEN en estos días. Todo parece indicar que la motivación para incorporar esa central eléctrica provino de las protestas.
No se ustedes, debo ser muy incrédulo yo, todas estas muelas y medidas a la carrera, cuando las explicaciones (justificaciones) dadas horas antes eran de otro matiz. Vaya, como para no contar con su cumplimiento, a mí me suenan a la vieja y nunca eliminada POLITIQUERíA.
¿Qué dicen ustedes?

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