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Por América Desotto
Monterrey (México).- El equipo de Santa Clara, que representa a Cuba en la Serie Latinoamericana de las Pequeñas Ligas, vive un viacrucis en Monterrey. Allí, el talento de los peloteros de 9 y 10 años choca contra el abandono de sus propios delegados.
Mientras los niños demuestran clase en el diamante, tres victorias en tres juegos, fuera del terreno sufren condiciones indignas. Estas condiciones han convertido este viaje en una metáfora de la Cuba actual: potencial desperdiciado por pura incompetencia.
Desde su llegada a la capital de Nuevo León, todo ha sido cuesta arriba. El autobús que los transportó era notablemente más pequeño que los de otros equipos, obligando a los niños a viajar como sardinas.
Al llegar al hotel, descubrieron que solo tenían garantizado el desayuno, su única comida caliente del día. Por otro lado, los demás equipos disfrutaban de alimentación completa.
Los responsables, el jefe de delegación, el manager José Yadián Ganuza y el entrenador Vladimir Caballero, prefirieron dedicarse a «pacotillar», como dicen los niños a las compras, en lugar de velar por sus pupilos. Al menos eso ocurrió en una ocasión, cuando los niños se quedaron solos.
El descuido llegó al extremo cuando un día dejaron dormir a los niños y perdieron la hora del desayuno, dejándolos sin su única comida segura. «Algunos llevaron algo de dinero y compran chucherías, pero no todos pueden», explica una fuente cercana al equipo.
Hay días donde los pequeños solo han comido golosinas, mientras sus padres en Cuba contienen la indignación por miedo a represalias. «Desde Cuba no se puede hablar, porque la cogen con el chiquito y le joden la carrera», confiesa una madre que pidió anonimato.
Para colmo, los delegados confiscaron los teléfonos de los niños, cortando su comunicación con las familias y aumentando la angustia.
«Ni los padres ni los niños están bien psicológicamente», confirma la fuente. Mientras los pequeños peloteros lideran el torneo en Guadalupe (zona metropolitana de Monterrey), sus cuidadores parecen empeñados en demostrar que el verdadero deporte extremo es sobrevivir a la desidia institucional cubana.