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PECES DEL CIELO

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(Tomado del Facebook de Héctor Miranda)
La Habana.- Hay en Honduras un pueblito que se llama Yoro, habitado por indígenas Xicaques o Tolupanes, nativos del propio lugar o de algunos cercanos. La zona no ha sido siempre un lugar donde los alimentos se pudieran encontrar con facilidad. Unas veces las sequías y otras las torrenciales lluvias, arruinaron las cosechas y provocaron hambrunas prolongadas, que en muchos casos terminaron con la vida de la población local.
A mediados del siglo XIX, cuenta una leyenda muy arraigada en el pueblo, merodeaba por la zona un misionero católico español, que, al ver el hambre que pasaban los habitantes del lugar, oró a Dios para que le enviara alimentos a los lugareños. Poco después, por primera vez, el cielo se encapotó, las nubes negras lo cubrieron todo y comenzaron a caer peces en las calles del poblado.
Desde entonces, la lluvia de peces se repite cada año por la misma fecha, con una explicación científica que también tiene lagunas. Según los estudiosos del fenómeno, mangas de viento y tornados sacan del océano Pacífico toneladas de peces de cualquier tamaño y los arrojan siempre en el mismo lugar: las calles de Yoro. Y ahí está la incógnita para la ciencia: ¿Por qué siempre en el mismo lugar del mismo pueblo?
Lo cierto, como la lluvia de peces se ha convertido en una tradición, hasta los turistas acuden al sitio cada año a presenciar como caen los peces del cielo. Y los lugareños, preparados de antemano, recogen la mayor cantidad posible. Algunos los congelan, otros los ahúman, y hasta convierten en harina de pescado a aquellos que no pueden encontrarle otra solución para conservarlos.

En algunas ocasiones la lluvia de peces se ha repetido, pero nunca ocurrió en más de dos ocasiones en un año, y siempre en la misma fecha o con unos pocos días de diferencia.

En Bolivia, muchas personas tienen estanques artificiales en la zona del trópico, y también en algunas regiones de Santa Cruz de la Sierra, y el Beni. Llevan allí excavadoras, abren unos huecos enormes y luego los llenan de alevines de trucha o tilapias. En pocos meses, las golosas truchas, de carne naranja o blanca, adquieren peso comercial. Y en los mercados de cualquier parte del país siempre hay pescado fresco, y no solo las truchas y las tilapias, sino otras especies, cuyo nombre olvido ahora (Bolivia no tiene mar).
Ahora mismo puedes llegar a uno de los cientos de mercados de La Paz o Cochabamba u Oruro por ejemplo, en busca de una trucha de cinco libras, y la encuentras, como si quieres una de 10. Las hay de todos los tamaños, y son cultivadas en estanques rústicos, que lo único que necesitan para producir es hacerlos, con una excavadora, llenarlos de agua, comprar los alevines y tener pienso suficiente para alimentarlos y hacer que en pocos meses adquieran tamaño comercial.
En algunos lugares de África hacen lo mismo, y en China y los países del sureste asiático, y en cualquier lugar del mundo los mercados están repletos de pescado cultivado en estanques, algunos familiares, en dependencia de las posibilidades.
Y ustedes se preguntarán por qué les cuento todo esto. Es muy sencillo, porque no me explicó como sin maquinaria, sin alevines, sin pienso y hasta sin agua, vamos a poder los cubanos cultivar peces. Yo creo que sería preferible que algún misionero pasara por la tierra y orara al Señor a ver si se produce un milagro como el de Yoro. Aunque hasta eso estaría difícil, porque según escuché no hace muchos, los mares de Cuba no tienen peces. Mira a ver tú.

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