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Por Sayli Alba Álvarez ()
Sancti Spíritus.- Anoche me acosté a las siete. A esa hora ya no hay nada que hacer. Jamás tenemos electricidad y por tanto no podemos ver televisión y hay mucha oscuridad y silencio. Alguien dijo que en toda la noche no la pondrían.
Me pegué el ventilador a la cara y me dormí a pesar de que había dormido casi todo el día. Fue un sueño ligero. Lo encontraba todo muy oscuro en el cuarto y estaba entre dormida y despierta.
Entonces soñé que estaba en Tunas de Zaza con muchos amigos, estábamos de fiesta y nos íbamos al mar en un barco. Todo era lindo en mi sueño. Tunas de Zaza parecía una isla de película, el mar inmensamente azul y de pronto los que se montarían en el barco eran muchos, casi una guagua de personas y me asusté por mi hijo y me quedé con él en la arena mientras todos se iban en el barco.
Luego el sueño se enredó y estuve mucho tiempo buscando a mi esposo y no lo encontraba. Es extraño como en los sueños uno siente como si fuera verdad porque me desperté con el corazón que se me quería salir del pecho, por suerte mi esposo estaba a mi lado con su ventilador en el medio de los dos.
Luego soñé que una persona extraña a mi familia estaba sin camisa en casa de mis padres y volví a asustarme mucho, por poco muero del susto.
Entonces me levanté, eran las tres de la mañana. Tomé agua y me volví a dormir. Está vez soñé que estaba en un río. En los campos de mi infancia pero ya adulta y caminaba con un antiguo compañero de estudios. Un compañero que yo disfrutaba mucho porque había una comunicación, una magia entre nosotros que éramos uno para todo.
Él era mejor estudiante que yo y me ayudaba en matemáticas y estadísticas y en casi todo.
Anoche estaba conmigo por el río recogiendo caracoles o piedras de colores ý era el río más lindo del mundo. No eran los arroyos secos de la realidad, era algo hermoso en extremo y yo me reía mucho y le contaba que tenía una niña que se parecía a mí y un niño músico.
En eso estaba cuando se le acabó la carga a mi ventilador y le cogí el de mi esposo y lo viré para mi. A él no le importan los ventiladores y a mi sí y seguí durmiendo un rato más hasta que la voz de mi madre me despertó de lejos ¡Sayli, tú no vas a venir a preparar al niño para la escuela! ¡Se le va la guagua!
Eran las siete y la electricidad nunca vino, corrí esperanzada a las plumas de agua y tampoco había agua. No subió ni una gota. Catorce horas exactas llevábamos sin electricidad y como 20 sin agua.
Mientras corría escaleras abajo, pensé que regresaba de un sueño lejano y extraño y ahora me pregunto ¿Qué son los sueños? ¿Por qué cuando uno sueña algo tan lindo no sé queda atrapado uno en el sueño para siempre? ¿Qué hacía ese hombre sin camisas en la cocina de mis padres? ¿La muerte no serán sueños de los cuales uno no quiere regresar?