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Por Anette Espinosa ()

La Habana.- A Lis Cuesta le ha dado por hablar. Se ha vuelto una incontinente y como todo el que habla mucho, comete muchos errores, se le van cosas, algunas hasta ridículas.

En una pseudo entrevista que dio hace unos días, y que ha dado la vuelta por ahí, entre críticas de detractores y aplausos de lameculos, hay una frase que se me quedó grabada.

En el diálogo con la entrevistadora, mientras se escuchaba un ruido de fondo infernal, la primera dama hizo alarde de empatía, quiso ser la persona más magnánima del mundo, pero siempre dejó escapar cosas.

«La tarea de él ha sido titánica, porque él es un hombre muy ético, muy noble, con un respeto a los padres fundadores, a los históricos, a la generación histórica», dijo de su marido, el impuesto presidente.

De todo esto, se me quedaron unas palabras grabadas: «los padres fundadores», en referencia a los hermanos Castro, Ramiro Valdés, Guillermo García y Machado Ventura, entre otros.

Y me pregunto cómo le puede pasar por la cabeza a un ser humano llamar ‘padres fundadores’ a estos personajes, que lo único que hicieron fue destruir totalmente un país.

Para la mente febril de Lis Cuesta, antes de los Castro, Cuba no existía. Esto era una isla deshabitada, con unas tribus aisladas, que morían de hambre y enfermedades, fajadas entre ellas, y ellos la arreglaron.

Los Castro y los bandidos que lo acompañaron, hicieron lo que Washington; Madison, Jefferson o Grant: pelearon por unir el este con el oeste, por abolir la esclavitud y por dotar al país de una Constitución robusta.

Luego, fueron pasando por el poder, cada uno priorizó respetar la Constitución y vivir como el resto de los ciudadanos, además de garantizar el desarrollo industrial, multiplicar las vías de comunicación…

Una burla a los cubanos

A ver, estoy convencida de que Lis Cuesta no se cree nada de eso, solo que es lo políticamente correcto cuando estás en la cúpula, y la única forma de mantenerte ahí, pero también es una falta de respeto a Cuba.

Lis Cuesta se burla de los cubanos en cada declaración, en cada pose, en cada reloj que usa, en cada viaje al extranjero, en la forma de vivir y de ver la vida, pero hay límites, y alguien tiene que ponérselos.

No puedes ir por ahí diciendo que tu proceso de adaptación a La Habana no fue un trauma, «fue una conexión inmediata», porque no viniste a vivir como vive el 99 por ciento de los habaneros, incluso los que nacieron aquí.

Y tampoco puedes decir que los Castro, el criminal de Ramiro Valdés, el traficante de Guillermo García o el anodino de Machado Ventura son padres fundadores. Estos tipos son unos incompetentes asesinos.

Cada una de esas declaraciones hay que guardarlas y ponerlas en el expediente que se le abrirá en algún momento para que pague por su complicidad por los crímenes del castrismo.

Porque Lis Cuesta es tan criminal como su marido, el que dio la orden de combate y ordenó reprimir, y el que ha sido la tarjeta de presentación de los Castro para argumentar que en Cuba no hay una dictadura.

La historia tiene sus antecedentes. Por ahí está el matrimonio Ceaucescu, por ejemplo, que pagó con su vida el haber sometido a un pueblo a base de mentiras, manipulación y represión.

Los cubanos tenemos buena memoria y sabemos discernir entre el que es verdaderamente noble y el que actúa o finge.

Lis Cuesta, la ‘doctora’ Cuesta, es buena en eso de creerse el personaje. Si se hubiera dedicado a la actuación, el Premio Nacional de Cine 2025 se lo habría arrebatado a Mirta Ibarra.

¡Padres fundadores ni padres fundadores!

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