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A las habituales condiciones inhumanas de los presos en cualquier cárcel cubana, los recluidos en Quivicán enfrentan desde hace cinco días una aguada escasez de agua. Esta situación pone en riesgo sus vidas.
Según fuentes de la misma prisión, la prisión de Quivicán está ubicada en el municipio de igual nombre, en la provincia de Mayabeque. Desde hace cinco días, no tienen agua ni para tomar.
Por las tuberías hace casi una semana no corre el referido líquido. Por lo cual no hay qué tomar y tampoco tienen cómo limpiar las celdas y las zonas comunes. Además, a duras penas les entregan alimentos y un poco de agua en las comidas, de pésima calidad y sin valor nutritivo alguno.
El personal a cargo de la prisión, subordinada al Ministerio del Interior, no se preocupa por encontrar soluciones. Ante la desesperación de los cautivos, solo castigan y reprimen.
No es el agua el único problema en la prisión de Quivicán. El agua es un problema reciente, pero allí la comida es magra y mala. Además, no hay medicamentos, hay pésima atención médica, y hay desmedida proliferación de enfermedades de la piel.
Además, abundan los áaros, sobre todo los piojos, los cuales estarán de fiesta luego de tantos días sin limpiar las barracas.
Eso sí, la ausencia de agua ha generado ya brotes de violencia. Además, hay un aumento de las enfermedades y un clima de tensión entre los internos. El sitio tiene una capacidad que está más que triplicada.
Lo del agua puede ser un fenómeno aislado de Quivicán. Sin embargo, el resto de los problemas son habituales en todos los reclusorios del país: comida escasa y pésima, falta de higiene y atención médicas. También hay enfermedades de la piel, generadas por ácaros, y escasez de medicina y atención médica, además de mucha represión.
Cada semana mueren presos en Cuba ante el silencio de las autoridades, que siempre buscan una justificación para evadir sus responsabilidades.
Algunos mueren por falta de medicamentos. Otros por los golpes recibidos de los carceleros o de las torturas, y la mayoría de enfermedades curbles que la prisión no puede resolver.