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OTAOLA, EL FALSO CENTRISMO, CUBA Y LA VISTA GORDA DE EEUU

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Por Eduardo Díaz Delgado ()
La Habana.- Usted puede estar a favor o en contra de que un cubano, ciertamente radical en varios temas, ocupe un puesto en el gobierno de los EE.UU., como por ejemplo alcalde de Miami, Otaola. En ese país, la gente puede decidir a quién pone y quita en el poder.
Usted también puede pensar que los métodos de ese señor son demasiado parecidos a lo que usted conoce y detesta, Fidel Castro. Incluso puede tener un problema personal con ese señor o un amigo suyo, y no quererlo en absoluto. Existen varios argumentos en contra de la candidatura fallida de Otaola. Pero…
Hay argumentos extremadamente falaces y propagandísticos que no tienen fundamento. Dejar que estos argumentos pululen sin análisis es peligroso:
1. «El tipo es un pichón de dictador y no lo quieres para Cuba.»
– Eran elecciones para alcalde en EE.UU. Desde ese cargo, no puedes ser un dictador, porque tienes, literalmente, mucha gente por encima en la jerarquía de mando. ¿Sabes dónde hay un dictador? En La Habana, donde muchos prefieren negociar o hacerse los locos para especular.
– Otaola no va a gobernar Cuba. Estamos hablando de la alcaldía de Miami, ¿entiendes? En Cuba, el apoyo a alguien no le debería otorgar el poder de hacer lo que quiera; de lo contrario, siempre habrán dictaduras.
2. «Se parece mucho a Fidel Castro en sus métodos.»
– ¿En serio? No recuerdo fusilamientos en la vida real, ni que no acepte críticas; de hecho, vive replicando opiniones.
– Fidel Castro era alérgico a las elecciones. Nunca se presentó en unas y las evitaba a toda costa. Fidel nunca se expuso a las masas, nunca pidió disculpas por nada, y me parece una falta de respeto comparar a cualquier ser vivo con el «mojón de Santa Ifigenia.»
3. «Es un radical extremista, es mejor alguien más centrista.»
Ser centrista es el gancho de los hábiles para los tontos. Ser centrista no es lo mismo que ser conciliador, no es lo mismo que ser tolerante. No siempre es bueno ser centrista; muchas veces te convierte en parte del sistema y, en ocasiones, es mejor ser radical en ciertas posturas. Aunque la tolerancia es muy necesaria, hay momentos en que no se puede estar en el medio, pues esto puede llevar a la inacción o a la complicidad con prácticas corruptas o injustas.
Entre un ladrón estafador y una persona radicalmente opuesta, el centro no es mejor; es preferible ser radicalmente opuesto a la corrupción.
Decir que eres centrista en un espectro político, e invalidar las demás posturas, es asumir que este espacio es unidimensional, lo que es una visión limitada y cínica que niega la diversidad política, reduciéndola a polos opuestos, lo que acaba aniquilando el debate plural bajo una bandera de falsa tolerancia.
Bajo ese «punto bueno» de la política se acusa de extremista, y después de fascista, dictador o comunista a cualquiera que no sea parte de tus simpatías, según convenga.
Esto me lleva al punto más crítico aquí, que no tiene tanto que ver con Otaola, pero sí con los progresistas.
4. Hay una preocupante ligereza en el uso de términos como «dictador» y «fascista». Etiquetar cualquier cosa con esos términos es minimizar la gravedad de los conceptos que representan, desenfocando su verdadera magnitud.
Lo más grave es que esto establece un estigma, un cliché que se utiliza para censurar. Un cubano debería saber que crear una etiqueta denigrante para un grupo es una estrategia de manipulación y descalificación. Hemos visto cómo se han utilizado términos como «contrarrevolucionario», «gusano», «financiado», «pagado», «apátrida», etc., para etiquetar y silenciar a quienes molestan.
Me resulta increíble que tanta gente no se dé cuenta de algo tan obvio y peligroso.
Volviendo al tema, el señor Otaola se ganó muchos enemigos, algunos bien merecidos, y otros que simplemente vieron en el mercado de los cubanos una buena fuente de dinero. Un público infantil y manipulable siempre es un recurso económico jugoso. Otaola experimentó lo que es ser líder de una comunidad furiosa y disfrutó del escarnio público contra personas de doble moral, pero lo llevó a un extremo casi enfermizo. Descalificó a mucha gente inmoral, pero luego comenzó a perseguir a personas por razones triviales, como criticar un peinado, adoptando una actitud de paparazzi.
Se metió con tanta gente que, aunque pudo aplastarlos individualmente, eventualmente se unieron en su contra y lo derrotaron. Es difícil crear unión a su alrededor, ya que su actitud no contribuyó en absoluto a ello. Sin embargo, ver a personas que luchaban por la misma causa, enfrentando a un enemigo más poderoso, tirándose de las orejas entre sí, me parece muy triste. Hoy, la grieta entre los cubanos parece insalvable.
También hay mucho descaro en aquellos que solo buscan su porción de pastel en el aliviadero de una crisis que será eterna. Sí, será eterna. Falta mucho para que la gente se dé cuenta de que Cuba está cada vez más cerca de ser insalvable. Cuando una dictadura se convierte en una mafia, puedes hacerle la misa a ese país y guardar tus mejores recuerdos. Nosotros estamos casi en esa misa.
Ya existe un pacto claro con ciertos grupos del lobby demócrata, que permite a los dueños de la «CastroNostra» hacer negocios en EE.UU. a cambio de que esos contactos dentro del lobby actúen como apagafuegos bien pagados en una crisis que el gobierno se encarga de mantener.
Para refrescarte la memoria, la única respuesta de Biden, con Kamala como vicepresidenta, a la paliza más grande que ha recibido el pueblo cubano —una crisis inducida que ha derivado en el peor éxodo y la peor degradación social desde los tiempos de la reconcentración de Weyler en la isla— ha sido simplemente abrirle las puertas al gobierno cubano, sin asegurarse de que se oxigene una sociedad que se pudre en la miseria.
¿La apertura de Biden, comparable a la de Obama, ha traído alguna mejoría para el cubano de a pie? Pues… queda clarísimo que, para que Cuba cambie, las expectativas no deben ser de simples mejoras o de válvulas de escape, ni de que los mismos de siempre dejen que haya nuevos dueños, solo para seguir siendo ellos los verdaderos amos. Estamos en ese proceso. El que tenga ojos, que vea.

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