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Por Edi Libedinsky ()
𝐍𝐮𝐞𝐬𝐭𝐫𝐨𝐬 𝐀ñ𝐨𝐬 𝐅𝐞𝐥𝐢𝐜𝐞𝐬 (1973), dirigida por Sydney Pollack, es un drama romántico protagonizado por Barbra Streisand y Robert Redford. Ambientada en el contexto de la agitación política y social estadounidense de mediados del siglo XX, la película explora la tumultuosa historia de amor entre dos individuos muy diferentes.
Katie Morosky (Streisand) es una marxista y activista política apasionada y abierta, firmemente comprometida con sus ideales. Hubbell Gardiner (Redford) es un escritor apolítico, apuesto y encantador, con un origen privilegiado. Se conocen en la universidad durante la década de 1930 y se sienten atraídos el uno por el otro a pesar de sus personalidades y visiones del mundo contrastantes.
Años después, se reencuentran en Nueva York durante la Segunda Guerra Mundial, se enamoran y se casan. Su relación es intensa y frágil a la vez, construida sobre un afecto profundo pero constantemente puesta a prueba por sus diferentes prioridades y valores. El implacable activismo de Katie choca con el deseo de Hubbell de una vida más convencional y libre de conflictos. A medida que comienza la era de la lista negra de Hollywood, las convicciones políticas de Katie se intensifican, mientras que la carrera de Hubbell como guionista despega, lo que ejerce una mayor presión sobre su ya frágil vínculo.
La historia finalmente se convierte en una meditación sobre el amor, el compromiso y el costo de ser fiel a uno mismo. A pesar de su profunda conexión, Katie y Hubbell descubren que no pueden coexistir sin perder partes de quienes son. La icónica escena final, donde se reencuentran años después, subraya la tristeza de un amor que fue real pero insostenible.
Con su evocadora canción principal, «The Way We Were», y sus actuaciones cargadas de emoción, especialmente la de Streisand, la película se convirtió en un clásico. Refleja no solo las complejidades de las relaciones, sino también cómo la política, la personalidad y los ideales pueden moldear, o romper, el amor.
Conmovedora y nostálgica, 𝐍𝐮𝐞𝐬𝐭𝐫𝐨𝐬 𝐀ñ𝐨𝐬 𝐅𝐞𝐥𝐢𝐜𝐞𝐬 sigue siendo un retrato agridulce de un amor que no pudo sobrevivir al mundo que lo rodeaba.