Por Jenny Pantoja
La Habana.- Hace poco discutía con un colega acerca de la pertinencia o no, para el actual estado de cosas (crisis) en Cuba, la futura presidencia por segunda vez de Donald Trump. Él, es de la opinión de que será beneficioso al cambio y empujará a la red de la corruptocracia del país a rendirse ante la inevitabilidad de los cambios. Argumentaba también que únicamente poniéndose todo bien malo pudiera ponerse bueno.
La crisis, según él, sería de tal magnitud que empujaría al pueblo a la subversión general.
Yo creo en los contextos, lo demuestra la historia, pero igualmente creo en la fuerza que hay latente entre la gente que ya no cree el discurso machucado de la ideología, ni en el venidero futuro que nunca llega y que se avizora cada vez más negro.
Pensar que solo Trump pudiera hacer cambiar las cosas en Cuba, sería silenciarnos y más que eso, mutilarnos como ciudadanos. Hay un cúmulo de factores enormes que hace que la gente no se lance; y otro cúmulo donde la gente sí se lanzaría, a pesar de los más de mil presos políticos actuales, de los cuales casi mil son del 11 de Julio o de protestas similares.
No podemos esperar un cambio desde afuera, y mucho menos de Trump. Perdón. Pienso que el cambio vendrá desde nosotros mismos y lo que seamos capaces de afrontar y hacer.
El silencio de la ciudadanía no es tal. Es mezcla de miedo, instinto ante lo impreciso del futuro y compromisos de tanta diversidad como los lazos familiares. Una vez que se lanzó el primer alud de protestas el 11 J, estas no se han detenido. Por eso, no creo que sea Trump quien haga la diferencia.
El Embargo es un negocio para los oligarcas de la red familiar en el poder (que no son pocos) y lo es también para los norteamericanos y los cubanos que han vivido del cuento de tumbar al gobierno cubano. Ya pasó en los países de Europa del este. Por eso, nos toca a nosotros, el pueblo, enfrentar las consecuencias de ese monstruo que dejamos crecer en nuestras narices porque creímos (como casi siempre cree el pueblo) que en esa fiera estaba la solución de nuestros males y del país. Hoy sabemos la verdad. Como dice mi amigo Wilbon: ya lo sabemos todo.
No puede el pueblo, no podemos estar en el adormecimiento creyendo que la solución vendrá de otro sitio. Está en nuestras manos. A los corruptócratas y a sus lacayos: agentes diversos de la policía política sepan que es inevitable un nuevo orden de cosas para la nación.
A los intelectuales, sepan que les pesará no ponerse junto al pueblo en su hora más difícil.
A los militares y policías, miembros también del pueblo, «el pueblo uniformado», sepan que de su actitud depende la nación. Que ni todos los casquitos eran torturadores, ni muchos de ustedes tienen solución en su vida frente a este estado de cosas.
Al pueblo, deben saber que el silencio nos hace cómplices. Como un gran síndrome de Estocolmo, el pueblo defiende a sus raptores, a sus torturadores mientras trata de ganar un día a la vez en su cotidiana existencia.
A los segurosos que no entienden por qué una mujer como yo, de familia, he dado este giro en mi vida, pues sepan que por eso lo hago, por mi familia. La familia pequeña , consanguínea, que se extingue. Mis viejos que mueren enfermos porque dieron su vida por una nación que no existe. Mi madre que murió en su trabajo, antes de abandonarlo. Lo hago porque mi familia acaba en mis hijos negados como están a tener sucesión en esta tierra. Y lo hago por mí familia grande, Cuba y todos los cubanos
Los que conozco de cerca y los que ya están en otras tierras sin poder volver. Los que no conozco, ni conoceré. Los muchos que son familia de amigos que se han ido perdiendo en este viaje, cubanos todos en desarraigo.
Lo hago porque como dice Madelyn Sardiñas Padrón, mi hermana de elección y bregar: «para no morir con los brazos cruzados».
Lo hago porque otra hermana de elección con quien tengo el orgullo de compartir sendero, Alina Bárbara López Hernández , plantea cuatro puntos que son cardinales para un cambio en Cuba:
1. Una Asamblea Nacional Constituyente elegida democráticamente para redactar una nueva constitución aplicable en todas sus partes.
2. Que el Estado no se desentienda de la crítica situación de ancianos, jubilados, pensionados y familias que están en pobreza extrema.
3. Libertad para los presos políticos sin exilio obligatorio.
4. Cese del hostigamiento a personas que ejercen su libertad de expresión.
Por eso, y a pesar de que ayer estaba rodeada de agentes que me impedían salir a manifestarme pacíficamente a favor de estás exigencias, lo hago hoy. Porque como ya dije, cualquier día es bueno para una manifestación pacífica. Cualquier día es bueno para un cambio en Cuba. Es eso, o morir como nación, física, moral y espiritualmente.
Acá estoy en la Plaza Roja de mi municipio. Entre el Padre de la Patria y el Padre de la Cuba que queremos construir.
Pierden el tiempo conmigo: la cabra siempre tira pa’l monte.
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