Enter your email address below and subscribe to our newsletter

NO CORTEN LAS GANAS DE SER LIBRES

Comparte esta noticia

Por Eduardo Díaz Delgado ()

La Habana.- Cada vez que escucho, o leo, a alguien decir —desde fuera— que si en Cuba no te arrancaron un pedazo por ir contra el castrismo, o que si ya no estás ahí, no puedes hablar de cambios y de lucha porque tú no vas a ir preso ni a coger golpes, y que lo único que queda es irse, lo que realmente entiendo es: «No me hablen más de eso, que yo no estoy para eso ya. No me presionen más, ya no me interesa. Déjalo ahí, ya no es mi problema».

Sí, porque hablar de lucha es malo, y dependiendo de desde dónde te hablen, hay razón o no. El argumento no importa.

Además, mostrar toda la injusticia que ocurre y arengar parece ser una presión incómoda para quien escoge una forma light de lidiar con esto. El «Cuba libre» pasa a ser cubata, y la frase queda en eso, ¿no? Lo que hay que ver, asere… Perdón, debí ser más fino. También debí decir que, cada vez que ha habido un régimen opresor, entre los que se van, hay quienes se reúnen, se preparan y regresan para empujar un cambio. Siempre ha sido así.

El último en lograrlo lo sabía, y por eso se tomó el trabajo de sembrar el pendejismo y los complejos suficientes para que se olvidara y se castigara la idea con el mismo argumento que ahora se repite. Son tan Fidel… hijos de él.

Es típico que se use ese argumento para criticar lo que otros hacen, aunque sea poco. Debería dar pena hacerlo, sobre todo cuando no se hace nada. (Parafraseando a Pepe, que también cogería tremendo soplo con esta gente).

Lo que más me molesta es la idea de que «hay que irse porque no hay nada que hacer». ¿En serio? Como diría El Taiger: «Déjalo quema’o, déjalo quema’o». Para mí, ahí se acaba la conversación. Pero voy a mencionar algo bastante obvio: la mayoría no se va a poder ir.

Nos vamos hasta que nos reciban, y no es «estamos aquí porque llegamos», sino porque nos dejaron entrar, hasta un día, y parece estar llegando. El sálvese quien pueda es, en la práctica, abandonar a su suerte a la mayoría de los cubanos: a los viejos, a muchísima gente que ni siquiera puede aspirar a irse. Y, además, con cada ola de éxodo, la posibilidad de liberar el país se reduce aún más.

¿Eso es lo mejor que tienes para tus coterráneos? «No se fajen, traten de irse, mírenme a mí, los demás jódanse».

Ese buenismo, viniendo de gente que sabe lo que es una dictadura y que en Cuba hay una, en una conversación de barrio llevaría tremendo piano, de esos que te sientan. Pero esto, aunque no lo parezca, influye en la percepción de muchísima gente. Y lo último que hay que hacer es cortarles las ganas, matarles el deseo de ser libres en Cuba y dejar a la deriva a quienes se dice proteger o ayudar.

Sería… es despreciable. La Mesa está servida

Deja un comentario