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Por René Serrano ()

Miami.- No estoy en Cuba para despedirlo, porque no regresaré jamás a mi patria de rodillas. La Dictadura que lo convenció y lo ató a una ideología, es la misma que hoy me impide abrazarlo por última vez. Esa tiranía nos arrebató lo más sagrado: poder despedirnos como padre e hijo.

Sin embargo, quiero recordarlo en lo que fue para mí: un padre que me amó, que me enseñó con su ejemplo y que siempre será parte de mi sangre. Nuestras diferencias políticas fueron grandes, sí, pero el amor de hijo nunca se quebró. Hoy, en medio del dolor, te despido con respeto y gratitud.

No puedo estar frente a tu tumba, si es que llegas a tener una en ese país fallido, pero te despido de pie, con la frente en alto. Mis convicciones frente a esa Dictadura me niegan el derecho a estar contigo, pero soy eso que la virtud que transmitiste ha creado. Disculpa mis errores de hijo y mi búsqueda ciega de lo justo, el comunismo me sacó los ojos con que se perdona a los traidores.

Un día, en la Cuba libre por la que lucho, millones de hijos podrán despedirse de sus padres sin miedo, sin prohibiciones, sin mis hermanos presos, sin abusos y sin cadenas. Ese día llegará, y será también mi homenaje a ti. Hasta entonces…

¡Descansa en paz, papá! Te despido como hijo, con amor, y como cubano, con la certeza de que la Libertad es nuestro Cielo. Espérame para ese abrazo que nos debemos, ahora cada día que me gaste estaremos mas cerca… Te quiero

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