(Tomado del facebook de Jorge Fernández Era)
La Habana.- Ayer, después de publicar la lista de firmantes, salí en dirección a los cajeros automáticos de Toyo. Siete copias y respectivas introducciones me saldría el ojo de Polifemo. En la cola, más guerreros que en el Caballo de Troya. Opté por entrar al banco. La cajera, dispuesta a despertar la cólera de Aquiles, me informó que solo podría sacar dos mil de los cinco mil pesos solicitados. «El resto tendrá que extraerlo del cajero». «¡Es un absurdo!». «Es lo que hay: dos mil. Billetes de diez y de cinco».
Alquilé un carromato y fui con el cofre al cajero de La Rampa. Allí retiré los tres mil restantes en una distribución más socialista. Frente al Habana Libre imprimí todo. Olvidé lo que traía en mochila y, al desenvainar una jaba para meter las carpetas, los billetes de a diez echaron vuelo junto a las auras que presagian tragedias. Una pareja de jóvenes me ayudó a recuperar una parte, y entonces emprendí la repartidera: ICRT (23 y M, Correspondencia; Alfonso Noya), Upec (23 y H; Con Visos de que se Pierda; Ronquillo), Uneac (17 y H, recepción; Morlote y Marrero), Ministerio de Cultura (Tumbamóvil esquina a 13; oficina de Alpidio) y Cubadebate (Vía Blanca y Palatino; Randy; interrumpí la Mesa Redonda).

Uno entiende que los controles de seguridad sean más estrictos en el Comité Central con individuos que tengan líos con la Seguridad, pero pedirme el carnet, preguntarme qué dice la carta —si fuera incumbencia de los guardias no tendría que remitírsela al ideológico del PCC— y tenerme al sol durante veinte minutos para concluir que la cosa es en otra parte dan deseos de votar por otro partido en las próximas elecciones.
En los noventa entregué una reclamación ajena. Subí la escalera lateral del Palacio de la Revolución. En el recibidor, una compañera me hizo sentir que recibiría pronta respuesta. Al demandante se la dieron medio año después en la institución que lo maltrató y tuvo la oportunidad de repetir el agravio.
Ayer me pelotearon a Atención a la Población —41 esquina a 6, La Timba, tres cuadras al nordeste de la oficina de Polanco—, pero había cerrado ya. Simbólico que las reclamaciones del pueblo las alejen del edificio donde trabajan quienes lo representan.
Resumen de la jornada: once kilómetros de caminata, 85 % de cumplimiento del plan y un cubano pasado por Ítaca, pero feliz de que alguien me dará ipso facto la respuesta que merece un ciudadano.
Que no se acomplejen los de Aguilera: su copia de la carta en apoyo a Jorge Fernández Era se las entregaré cuando me detengan por la helénica violación de la prisión domiciliaria que cometí víspera día feriado.
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