Esteban Fernández Roig
Miami.- Jamás olvido los dos cines que fueron parte integral de las vidas de todos mis coterráneos e hicieron muy agradable mi niñez.
Perfectamente recuerdo la primera vez que fui a la matinée del Cine Ayala a ver una película de Tarzán.
Yo creo que en el cine habían cerca de 150 muchachos, la gritería era ensordecedora. Salí del cine con olor a cigarros, dando alaridos imitando los gritos de Tarzán y brincando tratando de alcanzar una rama de la ceiba del parque.
Ese día me acompañó un muchacho llamado “Waldito”, hijo del amigo de mi padre Sabino García y hermano del comandante del Granma, Arsenio García Dávila.
La dueña del cine era Carmita Ayala, madre de mi amigo Kelvin, de los jimaguas Eddy y Rudy, fundadores de la Orquesta Broadway de New York y del actor Pedrito Zervigón Ayala.
Cuando crecí un poco, me convertí en un asiduo asistente a las tandas del cine Campoamor. Mi amigo Jesús Ysidro Hernández Torres me describió como el más fanático “cinéfilo” que había en Güines.

La primera película que vi en Cinemascope fue “El Manto Sagrado”, la primera mujer semi desnuda fue Brigitte Bardot en “Y Dios creó a la mujer”, jamás me perdí un film de la pareja de Doris Day y Rock Hudson. Mientras encaramado en una luneta bailé “Al compás del Reloj” con Bill Haley y sus cometas.
Me iba al Teatro Ayala a reírme con Cantinflas, Tin Tan , Resortes y el loco Valdés. Y era punto fijo cuando cantaba Miguel Aceves Mejía montado en su caballo.
Cuando llegué exiliado a Miami, recibí una llamada telefónica. Un señor me dijo: “¿Tú eres Estebita? Me llamo Ricardo Ortiz y soy dueño de Campoamor”….
Le dije: “Mucho gusto, señor”. Y me manifestó: “Alguien me hizo saber que cuando intervinieron, vaya, cuando me robaron mi cine, usted nunca más puso un pie en Campoamor”…
“Sí, señor, así mismo fue”… Y el hombre emocionado me dijo: “Apunta mi número de teléfono, no dudes en llamarme cuando necesites algo, estoy eternamente a tu disposición”…
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