Médico cubano desmonta el mito de la «potencia médica»

Madrid.- El médico cubano exiliado Tony Guedes desmanteló en la presentación de su nuevo libro «Del dicho al hecho. La leyenda de la sanidad en Cuba» uno de los pilares de la propaganda castrista. Este es la supuesta excelencia del sistema de salud de la isla, que califica como «un mito construido con ayuda soviética y sostenido por ignorancia o mala fe internacional.

Guedes, médico de familia con 23 años de experiencia en Cuba antes de exiliarse, revela que la isla «partía en 1959 de una situación sanitaria muy superior a la de España o Portugal». Esto se debe a infraestructuras heredadas de la República (1902-1959). 

«Se oculta que el 80% de los hospitales y facultades de medicina existían antes de la revolución», denuncia, en entrevista con esRadio. Señala contradicciones en documentos oficiales del régimen.

En su libro detalla que entre 1959 y 1991, Cuba recibió «más de 100.000 millones de dólares en subsidios soviéticos —ocho veces el Plan Marshall—». Estos fueron clave para mantener servicios básicos. 

«La caída fue descomunal tras 2008: hoy la mortalidad infantil retrocedió a niveles de hace 25 años», afirma.

Médicos como «instrumento de inteligencia»

Guedes desnuda el programa de cooperación médica internacional: «Es una fábrica de chorizos con tres objetivos: propaganda ideológica, espionaje (para Rusia, China o Irán) y lucro. El Estado cubano se queda con el 80% de los salarios».

También revela que a los médicos «les retiran pasaportes en misiones» para evitar deserciones.

Expulsado de la universidad por ser «católico practicante y no marxista», Guedes describe un sistema donde «no se puede ser apático: o eres cómplice o pagas consecuencias».

Al mismo tiempo, contrasta el flujo migratorio: «En los 50 llegaban españoles e italianos; hoy huyen cubanos. Algo falla» 

Guedes compara a Cuba con «las dos Alemanias o Coreas» y alerta: «La madre del cordero es Cuba; mientras exista, no caerán Venezuela ni Nicaragua». Su conclusión es contundente: «Hay que cortarle la cabeza a la serpiente: el sistema castrista».