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Por Guillermo Rodríguez Sánchez
Ciudad de México.- En una de mis acostumbradas visitas a mirar y no comprar nada en los mercados de México, encuentro que las manzanas están una a una protegidas por una funda suave y esponjosa. Practico el deporte «recorrido recreativo por supermercados».
Di tú, o sea que la manzana real no puede darse un golpe ni machucarse en lo más mínimo. Ella es una princesa privilegiada, la doncella intocable con guardaespaldas.
A 20 metros más allá unos plátanos me observan colocados cuidadosamente en nylon impermeable.
Todas las frutas y vegetales están forradas con algo más caro que la ropa que tenía en Cuba para salir.
Me gusta el capitalismo, pero a veces también me deprime y me recuerda mi pobreza sin piedad.
Luego regreso a comprar algunas manzanas, pero de las que están sueltas, estas de caché salen muy caras.
Me dijeron que los mercados en mi provincia Ciego de Ávila hoy están parecidos a este. Vayan y compren todo lo que puedan. Ustedes saben por qué les doy el consejo.