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LOS RECONSTITUYENTES

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Por esteban Fernández Roig Jr. ()
Miami.- Nos atendían los médicos, los especialistas, nos hacían radiografías, Antonio Tagle
en el laboratorio “Tanar” nos hacía exámenes de sangre, nos llevaban a Clínicas, Hospitales, Casas de Socorro. El laboratorio del Dr. Oscar Chardiet nos hacía todo tipo de exámenes.
Es decir, que estábamos cubiertos y al tanto de todos los adelantos de la medicina moderna.
Sin embargo, nuestros padres disfrutaban y les encantaba añadirle cuidados extras y precauciones a los medicamentos recetados.
Sí, aceptaban los antibióticos y sobre todo las inyecciones de pennicilina, pero al unísono nos atiborraban de reconstituyentes.
Puede ser una imagen de medicamentos y textoA todos nosotros nos hicieron ingerir Emulsión de Scott en cantidades industriales. Vaya, el famoso “hombre con el bacalao a cuestas” se hacía presente en todas las casas.
Yo debo haberme tomado unos tres o cuatro galones de Yodotanico, y acto seguido iba a la casa de una vecina mía llamada Luisa Díaz (madre de Pillo, Pucha y Musa) y me recibía dándome una cucharada de Vino Desgrasado Herrera.
Puede ser una imagen de medicamentos y textoMe encantaba visitar a una tía llamada América Torres, porque me decía: “Estebita, te veo muy flaco ¿tienes anemia?”. Y en una cuchara me daba la yema de un huevo con Viña 25.
Para cualquier dolorcito me untaban Numotizina y me decían que eso me daría alivio temporal del dolor o rigidez muscular.
Antes de irme para un examen en el Instituto, junto al café con leche me tenía que tomar una pastilla de Fitina para la memoria.
Para la flaquencia nos daban agua con azúcar prieta, Malta con leche condensada, guarapo, chocolate Kresto, el odioso Bistí.
Y desde luego, de niñito yo creía que mis padres eran accionistas y condueños de la Vicks VapoRub.

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