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LOS NIÑOS SON UNOS MAESTROS

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Por Guillermo Rodríguez Sánchez
Ciego de Ávila.- Este sofá estaba vacío hace 3 días atrás, pero antes estuvo repleto de cosas que se repartieron entre casos necesitados. Además, en una mesa improvisada en el municipio Venezuela, montamos una percha de ropa gratis para mamás con bajos recursos y sus hijos.
Hoy está desbordado nuevamente de donaciones:
– Una mamá soltera regaló ese colchón nuevo que irá directamente para la niña con parálisis cerebral.
– El dueño de un negocio privado de juguetes me llamó y obsequió tres jabas repletas de ellos.
– Tres ancianas se juntaron y reunieron una caja de diversas medicinas, nos tomamos un café y disfruté al máximo su cariño y abrazos fraternales.
– Dos madres más recogieron ropa usada pero en buen estado que se les quedó a sus niñas y niños, me llamaron y fui a buscarlo todo ya clasificado.
– Una seguidora me dejó con la vecina tres jabas llenas de prendas de vestir para diversas edades y bajo mi protesta me recargó mil pesos de saldo móvil para las gestiones diarias.
– Otra mamá donó una mecedora para bebés.
Y en una jabita aparte que tengo bien marcada con la vista, yacen dos pares de zapatos que dio un niño de 10 años.
Repito, que los dio él porque cuando fui a buscarlos salió solito al portal y me dijo muy hombrecito: «mi mamá me lee a veces tus post y como yo tengo tíos afuera y muchos zapatos, quise regalarte estos para que se los lleves a otros niños que no tengan».
Mamá lo miraba cómplice desde la esquinita de la puerta radiante de orgullo.
Y yo, que pensaba que estaba curtido en esto y que nada me podía hacer llorar, salí de ahí derramando lágrimas como una viuda en duelo.
Por hoy no voy a escribir más, el recuerdo de ese instante me estremece y casi lloro otra vez, gracias a ustedes por tanto entre tanta tristeza cotidiana.
Los niños…¡qué maestros!

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