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Los granos en las nalgas y las rutinas del cuerpo

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Por Ulises Toirac ()

La Habana.- El funcionamiento del cuerpo humano lo imagino q traves de una larga y complicada fórmula química: entra oxígeno, sale sudor, mete cerveza, crecen unos granos en las nalgas… Y así, interminablemente, cada entrada – salida.

Por supuesto, hay procesos más complejos que otros. Una tos, por ejemplo, lleva expulsión de ciertos gases y líquidos pulverizados. Igual las explosiones que significan a nivel de bronquios esos espasmos, llevan otra buena cantidad de compuestos y reacciones. Esto se vería lindo en un vídeo o película. Una sinfonía al equilibrio de esa ecuación. Porque cuando sucede una cosa en un miembro, debe reaccionar el otro miembro de manera que alcance nuevamente el equilibrio roto.

Fumar mete un carajal de sustancias al cuerpo. Cada vez que un fumador aspira una bocanada, inicializa una ruptura de equilibrio en la gran ecuación que responde rápidamente para realcanzar su estabilidad. Responde de miles de maneras milimétricas (como milimétrica es la bocanada repleta de químicos): desde un filamento (entre miles de millones) más oscuro en un pulmón hasta un pelo del dorso de un dedo, que se riza por el calor del cigarrillo.

Así todo el tiempo

Eso, minuto a minuto, día tras día, año tras año. Obvio, cada vez que la ecuación pierde su equilibrio, no lo recuperará en el mismo sitio que lo perdió. Milimétricamente también, pero distinto. En un período de 30 años y calculando unas 10 bocanadas por cigarrillo, un fumador hace unas 4,380,000 inspiraciones. O sea mueve más de cuatro millones de veces el equilibrio de su organismo.

Y si todo eso es poderoso, imagínate cuán descojonante es quitarle esas 400 bocanadas diarias de miles de químicos a las que su cuerpo está acostumbrado. Porque ojo: igual que se saca al cuerpo de un balance químico, este tiene una memoria que te dice que ese desbalance ocurre diariamente. Se prepara, es rutina…

Conclusión: tengo desde pérdida de la atención hasta bronquitis y dolor de cabeza. Es el cuerpo llorando su droga. Extrañando su desequilibrio pronóstico. Angustiado por todo el sobrante de lo que preparó para igualar la ecuación.

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