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Por Anette Espinosa ()

La Habana.- Hay tensión en la ciudad, y dicen que también en Santa Clara. Los estudiantes han hecho lo que nunca en más de 65 años: le han plantado cara al gobierno, que no solo a Etecsa. Se enfrentaron a la dictadura. Y eso es mucho decir.

Por la 25, justo detrás de Calixto García, había dos patrullas detenidas. En cada una dos policías miraban a ambos lados más que asustados. Yo pasé con mi niño y si les hubiera dicho algo, estoy segura de que me hubieran dado la pistola y se hubieran dejado esposar.

Los policías tienen miedo. No solo esos. Todos tienen miedo. Los honestos quieren desertar desde hace mucho. Los que mancharon sus manos saben que no pueden hacerlo más. Los de Oriente averiguan cómo largarse en cuanto pase algo.

El ambiente en denso. Hay en el aire esa sensación de que algo ocurrirá. Es como en las horas previas a los huracanes. Uno sabe que hay calma, pero también entiende que en cualquier momento puede destaparse la tormenta.

La gente dice que es por lo de Etecsa, pero no. No solo es por el tarifazo. También por el apagón, el hambre, el olvido. Por el descaro de los Castro, por la buena vida de ellos y sus cortesanos.

Los estudiantes están plantados

La gente está cansada. Es mejor morir de un tiro en el pecho que de hambre. Eso me dijo hace dos días un viejito que llevaba muchas horas en una cola para sacar dinero. Para sacar dos mil pesos de su jubilación, que le entró hace semanas y que intenta estirar.

Los estudiantes están plantados. Ya sé que intentarán manipularlos, amedrentarlos, penetrar a sus líderes, pero han hecho algo que no se veía en Cuba desde hace mucho más de medio siglo.

Mientras, los gobernantes están acojonados. Intentan seguir todo con tranquilidad, y mandan a sus huestes a intentar controlar la situación, porque saben que si se aparecen, solo lo enredarán más. Allá mandan a dirigentes de la UJC, a tibios secretarios del partido Comunista medio chispeados. A esos primero. Es la estrategia.

Paquito el de Cuba, el mercenario al servicio del régimen. El que tiene tratamiento contra el Sida gratis, carro por ser vicepresidente de la UPEC, el que vende gasolina y tiene teléfono petrolero, se tendrá que tragar sus palabras.

Sandro Castro puede ahogarse en cerveza. Humberto López tiene sensaciones raras alrededor de su cuello. El Necio está con gastroenteritis, aunque él tiene problemas en los esfínteres desde hace mucho tiempo. Y ni hablar de los de Con Filo.

Los perros del régimen sabe que no entran en los aviones

Esos, ninguno de ellos cabe en los aviones. No son tan importantes como les han hecho creer. A Humberto le han puesto protección. Por algo será. Y nada más.

Hace unos días iba de La Habana a Colón, a ver a su familia, y quienes lo cuidan llamaron a Jagüey Grande, al Cupet, para anunciar que iba a pasar por allí, que le sirvieran gasolina. El resto tiene que lucharla.

Siento envidia de los estudiantes. Ahora mismo son mis héroes. Pase lo que pase la universidad vuelve a demostrar que ahí está la fuerza, la honradez, el pudor y los deseos de cambios.

Ya sé que los van a presionar. Que encarcelarán a algunos. A otros los sacarán de las aulas, porque no podemos olvidar que «las universidades son para los revolucionarios». Pero, cuando lo hagan, el castrismo se estará tirando un saco de estiércol encima. Otro más.

No queremos mártires: los estudiantes tienen que ser cautos

Cuba empieza a arder. Y los que gobiernan, los que disfrutaron a plenitud el poder por muchas décadas, tienen que saber que eso implica también tener máxima respnsabilidad.

A los estudiantes hay que pedirles cautela. Cautela e inteligencia. No pueden caer en lo que quiere la tiranía. Ellos necesitan escándalos, cristales rotos, vidrieras apedreadas, las calles sublevadas para mandar a sus perros a morder. A matar.

Me gusta mi Cuba de hoy. Y cuando pienso en los valientes estudiantes posicionados a favor del pueblo, porque eso es lo que hacen, solo pienso en lo tontos que fuimos en mis años de la UH. En el tiempo perdido. En las veces que nos dejamos manipular.

Y pienso en los policías apostados en 25, detrás del Calixto García. Aterrados de miedo cruzan los dedos porque no pase nada. Porque saben que están entre la espada y la pared. Y ya no quieren más defender al régimen.

Cuba cambia si nosotros cambiamos. Y los estudiantes están dando las primeras lecciones. Ellos saben cuál es el camino al cambio.

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