Enter your email address below and subscribe to our newsletter

Comparte esta noticia

Por Esteban Fernández-Roig

Miami.- Se hicieron famosos de sopetón. Ya para mayo del ’59 yo me sabía los nombres de la mayoría de ellos. Y todo esto lo escribo de memoria.

Parecían ser -con los rosarios y escapularios en sus cuellos- buena gente, pero resultaron ser -en un 99% de los casos- tremendos H.P.

El más joven era Joel Iglesias, el más chusma era Efigenio Ameijerias y el más viejo era el traficante Crescencio Pérez. El único con prosapia familiar era Raúl Chibás.

Murió Víctor Bordón Machado y en el Jackson Hospital falleció el comandante Jaime Costa.

En el grupo de comandantes estaba un sinvergüenza delincuente común condenado como falsificador de cheques llamado Raúl Menéndez Tomassevich. Fue en la prisión donde se empató con los Castro.

El primero en morir fue “Paco” Cabrera destrozado por la hélice del avión en el viaje inicial a Venezuela del dictador. Cristino Naranjo fue balaceado a la entrada de Columbia por Manuel Beatón.

Faustino Pérez se choteó: de “león” contra Batista resultó ser un “ratón” durante el castrismo.

Mucho arrastre popular tuvieron Camilo Cienfuegos y Rolando Cubela y en mi pueblo el coterráneo Raúl Díaz Torres caía bien… Y como una patada en el estómago Raúl Castro, el Che Guevara, Ramiro Valdés y Faure Chomón.

A Fidel Castro ni lo cuento porque mi padre me había inculcado un odio feroz contra él casi desde el mismo ataque al Moncada.

Algunos como Pedro Luis Díaz Lanz, Aldo Vera Serafín, y casi todos los comandantes del Segundo Frente del Escambray abandonaron y se separaron del castrismo. Unos se fueron para Miami y otros sufrieron años de cárcel.

El primero en rebelarse, desde la misma Sierra, fue Higinio “Nino” Díaz. Las broncas entre “Nino” y Raúl fueron legendarias.

Rolando Cubela participó en una conspiración para matar a Fidel Castro, pero su actuación en la prisión dejó mucho que desear.

El caso más inverosímil fue el de Eloy Gutiérrez Menoyo que se escapó en bote, luchó contra el castrismo con las armas en sus manos, desembarcó allá, sufrió prisión, y a última hora “la defecó” yéndose para Cuba a vivir y murió siendo detestado por ambas partes del conflicto.

Provenientes del antiguo ejército estaban “el gallego” Fernández, Ramon Barquín, Varela Castro, Enrique Borbonet y José Quevedo.

Huber Matos le envió una carta a Fidel Castro protestando contra la penetración comunista en el gobierno y cumplió largos años de prisión, sin embargo, muchísimas personas no le perdonaron su actuación en Camagüey y siempre lo han acusado de haber fusilado a mucha gente.

Matos fue detenido por el comandante güinero -antiguo empleado de “El Congo” de Catalina, Arsenio García Dávila.

Otros se acomodaron y utilizaron sus meses en las montañas como si se hubieran comprado el billete premiado de la lotería.

Han vivido “como Carmelina” con el ‘tumbao’ de ser “Comandantes Históricos de la Revolución”, dos buenos ejemplos son los descarados Guillermo García Frías y Universo Sánchez.

Otros que se hicieron conocidos del público fueron Rodiles, Lussón, Escalona, Acevedo, Casas Regueiro, Gálvez, Miret, Vallejo, Castilla, Abrahantes, Machado Ventura.

Acusado de torturar en Vietnam estaba Fernando Vecino Alegret.

Juan Almeida fue uno de esos que su cercanía con Fidel Castro, y su sumisión absoluta, lo llevó a vivir como un maharajá hasta el día de su muerte.

Había algunos que eran más bien conocidos por su alias o “nombres de guerra”: “Diego”, “Villa”, “Nicaragua”, “Aníbal”, “Papito”, “Piti”, “Pinares”, “Polito”, “Olo”, “Lalo”, “Furry”, “San Luis”.

Llegó al exilio a través del puerto del Mariel -donde falleció- el comandante Víctor Mora quien fuera el primer jefe del Regimiento Agramonte en Camagüey.

En Santo Domingo, vivió Delio Gómez Ochoa. El repugnante del “Che” donde único se distinguió fue como asesino en serie y después como “carne de cañón” en Bolivia creyéndose que de verdad en la Sierra Maestra se había convertido -gracias a unas cuantas escaramuzas- en un verdadero guerrillero.

Varios, como Félix Pena y Augusto Martínez Sánchez, se suicidaron, y fusilaron a William Morgan, a Humberto Sorí Marin, a Plinio Prieto, a Miguel Beatón y a Jesús Carrera. Otro criminal nato resultó ser Félix Torres en La Campana, Las Villas.

Hubo -y todavía algunos están ahí- varios que se fueron a estudiar en los países detrás de la cortina de hierro. Unos en el arte de la guerra y otros en “inteligencia, contra inteligencia y la represión” Y alcanzaron los grados de generales.

Los peores esbirros han sido Ramiro Valdés y el difunto Manuel Piñeiro Losada alias “Barba Roja”.

El soldado más sobresaliente de esa jornada fue el general Arnaldo Ochoa y precisamente por distinguirse tanto lo fusilaron.

Al final de la jornada fueron una monumental decepción para la tonta mayoría que creyó fanáticamente en ellos..

En resumidas cuentas, de ese grupo de barbudos con las estrellas en sus hombros yo creo que no quedan ni 10 vivos y son octogenarios, pero como ninguno de ellos tiene vergüenza dudo mucho que internamente carguen con la pena de haber sido partícipes e iniciadores de la debacle en Cuba..

Deja un comentario