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Por Redacción Deportiva
La Habana.- Milwaukee derrotó 3×1 a los Chicago Cubs y cerró el círculo. Los Cerveceros serán el rival de los Dodgers en la Serie de Campeonato de la Liga Nacional. En el otro frente, Toronto y Seattle se preparan para medir fuerzas por la Americana. Cuatro equipos, cuatro sueños y un solo destino: la gloria o el olvido.
Fue un partido escrito con tinta de cuadrangular. Ninguna carrera se fabricó con paciencia, ni con toque, ni con suerte. Todo se resolvió a golpe de poder, como si los bates se hubieran puesto de acuerdo para dictar sentencia.
En el primer inning, William Contreras abrió la tarde con un misil al jardín izquierdo. Un batazo de esos que no esperan a nadie, que salen rugiendo y dejan al lanzador mirando al cielo. Con ese swing, Milwaukee tomó la delantera y marcó territorio desde temprano.
Pero los Cubs, que todavía respiran orgullo, respondieron con el japonés Seiya Suzuki, quien en el tercero igualó las acciones con un cuadrangular solitario. Wrigley Field despertó, creyendo que la remontada era posible.
Sin embargo, los Cerveceros no viajaron a Chicago para sufrir. En el sexto, Andrew Vaughn volvió a ponerlos arriba con un estacazo monumental por el central. Y cuando el juego pedía cierre, Brice Turang soltó el definitivo, el que selló el marcador 3×1 y silenció al estadio. Tres jonrones, tres rugidos, tres declaraciones de poder.
El pitcheo de Milwaukee fue quirúrgico. Control, temple y precisión. Supo maniatar a unos Cubs que terminaron sin respuestas, viendo cómo su temporada se evaporaba entre el humo de los cuadrangulares rivales.
Ahora, los Cerveceros viajan a Los Ángeles con la moral en alto, dispuestos a desafiar a los Dodgers, el equipo de las nóminas millonarias y las cámaras encendidas. Pero el béisbol no siempre premia al favorito. A veces se queda con el que más cree, con el que pega más fuerte, con el que nunca se entrega.
Y Milwaukee, esta vez, jugó con el alma. El cuarto pasajero ya subió al tren.