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LOS AMIGOS, LA SOLEDAD, LOS RECUERDOS

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Por Irán Capote ()

Pinar del Río.- Barbarito Walker me dejó esta planta antes de emigrar. Geidy me dejó sus cofres de lata en que vienen los relojes de marca. Jardiel me dejó un pulóver negro. Lester Hamlet Veira Rodriguez me dejó el pulóver con qué filmó Casa Vieja. Maria y Pedro me dejaron algunos libros y aunque ya tenía ejemplares míos, hice un hueco en el librero y los puse a todos, apretados.

Otros amigos me fueron dejando sus zapatos, tallas más grandes o más chicas. Y aunque no los uso, los conservo. A veces, en medio de los ataques de nostalgia, voy hasta el rincón del clóset donde los guardo y me los pongo un rato.

Nunca tuve claro el por qué me dejaban sus pertenencias. No tuve claro si era una despedida o un «hasta pronto».

Hay días en que les escribo. Hay días en que les contesto sus mensajes. Hay días en que, aunque ni les llame ni les escriba riego sus plantas, calzo sus zapatos, leo sus libros, utilizo sus cubiertos, bebo agua en sus vasijas, echo las cenizas del cigarro en los cofres…

Y luego salgo a la calle y me reúno con cualquiera. Con desconocidos a los que he aprendido a tratar como a mis viejos amigos.

Anoche mismo me lo preguntaba una muchacha. Anoche mismo, una muchacha que apenas conozco y a la que abrazaba como si fuéramos los mejores amigos desde la primaria, me preguntaba dónde yo estaba hace unos años. Y yo le decía que todos a mí alrededor, en aquel sitio, eran nuevos para mi. Nunca había visto sus caras, pero algo, un no sé qué, me hacía recordar a mis irremplazables amigos de siempre.

Que sea este domingo un día para abrazarlos a todos en la distancia.

 

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