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‘LES INVITO A CREERME’

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Por Luis Alberto Ramirez ()

“He callado mucho, he cantado esperanzas, pero ya no puedo seguir ignorando el grito de un pueblo que sufre; hoy digo basta, basta de represión, basta de miedo basta de mentiras. Salgamos a las calles con paz y dignidad a exigir lo que nos pertenece, una Cuba libre, justa, con todos y para el bien de todos” Palabras en las redes de Silvio Rodríguez (cantautor cubano, bandera ideológica del régimen de Cuba).

La pregunta sería ¿Por qué ahora reacciona así esta emblemática figura del régimen si las circunstancias que vive la isla hoy son el resultado de un sistema político y social que él garantizaba, y exigía que le creyeran cuando dijo futuro?

La reacción de Silvio Rodríguez con esas palabras marca un punto de inflexión cargado de simbolismo y contradicción. Él ha sido, durante décadas, no solo una figura artística sino también un emblema ideológico del régimen cubano. Su música acompañó y legitimó el discurso oficial de la Revolución, incluso en sus momentos más oscuros, pidiendo fe en un «futuro» que hoy parece más lejano que nunca.

Que Silvio hable ahora de «basta de represión» y «basta de mentiras» es, en cierto sentido, el reconocimiento tácito de un fracaso. El mismo sistema que defendió con su arte ha producido, y sigue produciendo, el sufrimiento que denuncia. Su silencio anterior fue parte del problema. Y aunque su despertar tiene valor simbólico, no borra el hecho de que por mucho tiempo se le pidió al pueblo resistir, callar, y confiar… mientras él cantaba esperanzas desde una posición de privilegio.

La pregunta clave no es solo por qué habla ahora, sino por qué tardó tanto. ¿Es por presión moral? ¿Por el peso de ver cómo se desmorona la utopía que ayudó a construir? ¿O porque ya no puede sostener la disonancia entre su legado poético y la realidad de una isla asfixiada?

En cualquier caso, su llamado a la dignidad y la paz puede ser un gesto útil, pero también es una oportunidad para exigirle algo más: responsabilidad. Porque quien ayudó a construir el relato, no puede ahora simplemente deslindarse de las consecuencias.

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