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Por Joel Fonte
La Habana.- Los niños y los jóvenes, por su ingenuidad, por su inocencia, su credulidad, están entre los grupos sociales más vulnerables a la propaganda castrista.
Es una propaganda fiera que adoctrina, que ideologiza desde los primeros años de vida con el empleo de todos los resortes: círculos infantiles, escuelas primarias y secundarias, organizaciones en la comunidad, medios masivos de propaganda -no de información- como la televisión, la radio, la prensa, la propaganda gráfica, el cine, el teatro.
Solo la influencia de la familia para mostrarle la verdad a esos niños y jóvenes, y el empleo de los medios alternativos de información, como la internet, pueden ayudar a contrarrestar aquella influencia.
Porque la realidad ayuda a despertar a las mentes más lúcidas, pero muchas veces la realidad no alcanza, aunque por su crudeza golpee el rostro, y por eso la realidad tiene que ser explicada.
El castrismo jamás sobrevivirá cuando pierda esa capacidad de manipulación -tanto hacia dentro del país como hacía el exterior- que aún lo sostiene.
Porque un pueblo que descubre su verdad, encuentra en ella la fuerza, se rehúsa a ser esclavo, y se levanta.