Noticias de Cuba

HISTORIAS DE UN PAÍS MUERTO

EL CAMIÓN DE LOS HUESOS

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Por Arnoldo Fernández ()
Contramestre.- En febrero de 1996 tuve hepatitis. Algunos galenos querían hacerme una biopsia del hígado, otros decían que tenía cáncer. Casi dos años estuve enfermo. El estrés me golpeó hasta desequilibrar mis nervios.
Vivo en un pueblo del interior de Cuba, Contramaestre, un pueblo donde el calor es intenso y las noches son irresistibles para conciliar el sueño. Una de esas noches, alguien me pidió que mirara a la ventana. Era un hombre de cabellos dorados. Duermo siempre con la ventana abierta, soy claustrofóbico. Había una luz, se acercó a mi cama, el cuarto se llenó de luz, mucha luz, luz, un sol…
Llamé a mi Padre.
De la luz brotó una imagen, era Cachita, la virgencita de mamá. Me habló:
-¡No tienes nada! ¡Estás curado, hijo!
No podía creerlo.
Volví a llamar a mi padre.
La Virgen reiteró las mismas palabras.
-¡No tienes nada! ¡Estás curado, hijo!
Padre apareció en el cuarto con un machete. Los perros de mi barrio ladraron mucho esa noche.
La Virgen volvió a la luz, luego desapareció. Mi padre no pudo verla. Sólo la vi yo.
Una rara sensación de seguridad me invadía. Por esos días fabularon tanto sobre mi enfermedad. Dijeron cosas que no quiero recordar.
En consulta con un equipo de médicos del hospital donde vivo, se decidió remitirme al Instituto Nacional de Gastroenterología. Allí me atendería el doctor Héctor Vega Sánchez, uno de los hombres que más sabe de hígado en Cuba.
Mi padre gestionó los pasajes, él me acompañaría. Eran los 90 del siglo pasado, vivíamos días muy duros; los precios por las nubes, el país moría en cámara lenta.
Viajamos a La Habana. La doctora Odalis, nuestra vecina, hacía la especialidad en el Instituto de Gastroenterología. Nos recibió con afecto:
-Vega los atenderá el miércoles. Indicó hacerte complementarios, así vamos adelantando.
Llego el día. Nervios acelerados. No dormí la noche anterior a la consulta. El doctor Vega nos abrazó con afecto sincero. Reunió a una junta de médicos: valoraciones, hipótesis, análisis de gráficos:
-Vuelvan mañana. Padre, creo que su muchacho no tiene nada. Una última evidencia y confirmamos, dijo Vega.
Regresamos al otro día muy temprano. Vega sonríe. “Buena señal”, dice mi padre.
-¡Ese hígado está sano! ¡Puedes regresar a Oriente!
Mi alegría fue enorme. Abracé al galeno, a mi padre. La Virgen de mamá había realizado uno de sus milagros.
Mi Vieja fue devota de la Virgen de la Caridad del Cobre hasta sus días finales. Crecí rodeado de su fe. En momentos de enfermedad siempre acudía a ella.
La Virgen de la Caridad siempre va conmigo. Mamá me enseñó de pequeño a creer en ella. La Virgen me curó de una enfermedad que parecía irreversible, me concedió el milagro de la vida. ¡Gracias Cachita!