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LA VIDA DEL CUBANO ES…

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Por Jorge Sotero
La Habana.- Ayer me dijo un amigo que su vida es una odisea. Me contó todo lo que hace desde que despierta hasta que acuesta o hasta que se duerme. Dice que se ha vuelto un contador de primera, en el intento de estirar el dinero que gana en tres empleos mal remunerados, para intentar, junto a su esposa, sacar adelante a la familia.

La familia la integran cinco personas, y tienen cuatro salarios. Hay un abuelo de por medio, su suegro, y dos hijos: uno que estudia Automática en la Cujae, y una adolescente que hace noveno en una secundaria. Su esposa es médico y el salario no le alcanza para nada, pero siempre los pacientes le regalan algo, aunque sea un pomo de aceite, que en estos tiempos nunca viene mal.

Mi amigo, cuyo nombre me reservo, despierta a las 4.30 de la madrugada. A esa hora se sienta a escribir. Lo hace con electricidad, si hay, o a oscuras, desde la laptop que nunca desconecta para que siempre esté cargada, si hay apagón, aunque admite que a los habaneros eso de quitarles la corriente de noche no los afecta tanto.

Escribe un artículo para alguien en el exterior, que lo publica con su nombre, pero a él le paga, que es lo que le interesa. Eso lo hace todos los días, de domingo a domingo. Luego se va a su trabajo, pendiente de las cosas que tiene que hacer en el día, sin descuidar que la niña está en la escuela, que la calle está violenta y que el suegro está en casa. En el trabajo termina rápido y regresa: pasa por los mercados a ver si encuentra algo más o menos barato. Pueden ser unas verduras, unos frijoles, alguna vianda, siempre sacando cuentas, porque el gasto diario no puede exceder el límite que él mismo se ha autoimpuesto.

Más de cien estudiantes dejaron la escuela en Ciego de Ávila en un solo mes  para irse de Cuba | DIARIO DE CUBA«Dice mi suegro que es mejor quedarse sin comer cada viernes, que no cuatro días al final de mes», me dice. Y agrega que en su casa ya no saben cómo hacer el picadillo, que nadie lo quiere comer, y que el pollo es lo único que pasan, aunque tampoco saben cómo hacerlo ya para que parezca diferente. En las tardes, después de todo eso, escribe, tres o cuatro veces a la semana, una columna para una web española que se dedica a temas de autos y motos. «A veces no tengo ideas de qué voy a escribir, pero tengo que hacerlo. Me pagan una mierda, pero no tengo opciones», dice.

Su esposa hace una guardia en el hospital una vez a la semana. Los demás días, incluyendo el de postguardia, tiene consultas o atiende la sala. No descansa, llega super cansada, y aún así me ayuda. Los muchachos ayudan, y hasta el viejo, que anda en silla de ruedas colabora cuando hay que escoger el arroz ese que venden, lleno de cosas, pela ajos y a veces hasta quiere fregar.

Los hijos cumplen con sus clases, a veces estudian hasta tarde, sobre todo el varón, que antes jugaba basket siempre, pero ya no va, porque no tiene amigos con los que jugar y porque se llevaron el tablero de la cancha, a pesar de que ya estaba en mal estado.

Y así es un día tras otro, insiste, y aclara que él se busca su dinerito, pero se imagina a los que no tienen nada que comer, que viven de un mísero salario, como el que pagan las empresas estatales, o las dependencias del gobierno, como las escuelas, las de salud, esas cosas.

Me acuesto con hambre y me levanto igual': los ancianos cubanos se llevan  la peor parte de la inflación | DIARIO DE CUBAMe contó también que hace unos días freían unos platanitos (burros) y tenían la puerta de la escalera abierta para que no se quedaran los olores dentro de la casa, porque fríen con el mismo aceite que frieron antes otras cosas. La puerta estaba abierta, pero la reja no, y uno de los niños del piso de arriba estaba agarrado a las rejas, extasiado con los olores.

Dice que cuando la esposa agarró un papel y le puso unos platanitos y se los dio, el niño se fue escaleras arriba llorando. Al otro día la madre le agradeció como 10 veces. En Cuba, aunque los dirigentes se vean gordos, sonrosados y risueños, más del 90 por ciento de la población pasa hambre. Y pobre de aquellos que no tengan a nadie fuera o que no tengan trabajos extras en los que buscarse algo, como mi amigo.

El suyo es un caso duro, pero soportable, porque tiene muchas responsabilidades encima, pero también tiene tres salarios, y aunque con la incertidumbre de siempre, recibe dinero de vez en cuando por lo que hace. Su gran problema ahora es el hijo, que quiere dejar la carrera e irse a otro país, a cualquiera. Y la hija, le dice que espere un poquito para irse juntos.

«Yo quiero que se vayan, pero no ahora. Quiero que terminen sus carreras y que después tomen el camino que quieran, pero así no. En realidad nunca pensé que iba a pasar por esto», me dijo.

El costo de la vida en Cuba | Cuba Capacity Building ProjectMe invitó a ir un día a su casa, para que hable con el suegro, que otrora era más fidelista que nadie y que ahora dice que los Castro fueron todos unos aprovechados y unos asesinos, rodeados de hordas de criminales, como llama a los policías y a los segurosos.

«El viejo está virado. Se arrepiente cada día de haberle dedicado la vida a esto. Dice que el día que fue a Playa Girón a pelear contra los que desembarcaron, lo debieron haber matado, porque cree que aquellos que vinieron tuvieron un valor tremendo y ellos, todos, eran unos confundidos. De vez en cuando discute sobre esos temas con amigos que vienen a verlo», me dijo.

La vida de los cubanos, dice mi amigo que ha visitado muchos países, es dura. En otros lugares solo tienes que preocuparte por tener trabajo. Con eso basta, porque todo lo demás está al alcance de la mano. Acá hay que preocuparse por todo, porque no hay nada. Por no haber, no hay ni vergüenza, y los hp que dirigen no se cansan de pedir esfuerzos, incluso se han atrevido a pedir más ahorro.

La vida del cubano no es como dice mi amigo. No es una odisea, ni es dura, ni complicada. La vida del cubano es de pin…

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