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Por Albert Fonse ()
Ottawa.- Decirse del centro se ha convertido en una coartada para no decir nada. Suena equilibrado, suena sensato, pero en realidad es un refugio para no mostrar con honestidad lo que se piensa.
Quien afirma estar en el centro o rechazar los extremos debería explicar con palabras concretas qué rechaza y qué defiende. Lo demás es retórica vacía.
El problema no es la ideología que cada cual tenga, el problema es esconderla detrás de frases huecas para aparentar moderación y quedar bien con todos.
La ambigüedad no es neutralidad, es falta de valor. Si alguien rechaza un extremo, que lo diga con claridad y sin rodeos, sin recurrir al discurso almibarado del “equilibrio”. No importa si la postura es más dura o más flexible, lo importante es hablar con precisión.
Solo así se puede saber qué principios sostiene cada cual y dónde están las costuras de su moral. Mientras tanto, los que se esconden en el centro, repitiendo frases de manual, no hacen más que diluir el debate real y encubrir su incapacidad de definirse.
El exilio cubano no necesita voces tibias que juegan a ser moderadas para no comprometerse. Necesita escuchar claridad, saber qué se apoya y qué se rechaza sin rodeos ni disfraces.
Decirse de centro sin decir nada más es el truco de los mediocres: aparentar equilibrio cuando en realidad no se tiene el coraje de definirse.